Al lado de su bicicleta y acuerpado por una extensa sombra de un árbol, el nicaraguense Cristóbal de Jesús Martínez vigila atentamente las casas y oficinas cercanas al boulevard de Rohrmoser.
Su tarea es vigilar las embajadas y casas aledañas a la zona como guachimán o vigilante.
El viernes 25 de mayo, durante su guardia de 24 horas que realiza cada 15 días, Martínez se llevó una grata sorpresa, pues horas previas al partido, varios choferes le ofrecieron que le cuidaran su vehículo en plena calle a cambio de una “seña de voluntad”.
Esa noche se llenó los bolsillos de sorpresa, pues al final cuidó entre 10 y 11 carros, logrando una “extrita” a su salario.
“Más o menos me dieron como cinco rojitos, solo ese día. Si se volviera a dar (que lleguen carros para que los cuide) sería bueno, porque es una ayuda para mí y uno aunque sea se gana el cafecito”, indicó Martínez.
A diferencia de otros parqueos donde se ofrece el servicio de reservación, don Cristóbal nunca pensó montar el negocio y más bien fueron los dueños de los vehículos que le dieron el impulso.
“Acá es muy sano porque están las embajadas y no hay mucho peligro. Lo único que les pedí es que no dejaran el carro al frente de la cochera, pues ahí sí que los vecinos se enojan”, explicó el nicaraguense con un par de meses de trabajar como vigía de la cuadra.
Él más que nadie reconoce que si vinieran todos los días sería muy bueno para su bolsillo, aunque es firme en insistir que ante todo su trabajo es velar por la seguridad de sus 200 metros de recorrido.
“Me regalaron mis ‘carajaditas’ y uno se siente tranquilo cuando le regalan algo, más con el salario que tengo”, dijo el vigilante.