El ‘empresario exitoso’ que sedujo al futbol costarricense

En unos pocos años, Minor Vargas Calvo pasó de ser desalojado de la presidencia del Saprissa al centro de una red de poder del futbol nacional, que incluso tocó las puertas de la Federación Costarricense de Futbol (Fedefútbol).

“Siempre dio la imagen de ser un empresario exitoso”, expresó la alcaldesa de Desamparados, Maureen Fallas, el lunes pasado, luego de trascender el fallo de culpabilidad por estafa contra el exdirigente, en una corte de Estados Unidos.

En ese cantón josefino, Vargas dio el ejemplo más acabado de cómo tejió su red: agradable verbo, dinero generoso, trato educado y, sobre todo, recibió cero preguntas acerca del origen de los fondos.

Ahí, en Desamparados, Vargas sentó sus reales: llevó al Brujas, tomó control del Cuty Monge, por un plazo de 10 años (renovables) y lo dotó de la consabida cancha sintética –sello de la “casa Vargas”– como parte de una inversión de $600.000.

La imagen de “empresario exitoso” que sedujo a la alcaldesa desamparadeña, también rindió a la Municipalidad de Goicoechea, pues le cedió el Coyella Fonseca, un inmueble del ayuntamiento en estado de abandono.

En el 2009, Vargas invirtió ¢840 millones en rehabilitar lo que era algo más que un lote baldío, y lo dotó de buenas instalaciones.

Como sucedió en Desamparados, en Goicoechea nadie se sintió intrigado por la ruta del dinero.

Dominio. En el año anterior a su caída en una celda estadounidense, dirigía dos equipos de Primera División, mantenía intereses y patrocinios en cinco de Segunda, el negocio de alfombras artificiales para estadios iba viento en popa, Ícono representaba a la prestigiosa revista El Gráfico de Argentina y le apuntaba al Saprissa y a la Federación Costarricense de Futbol.

Estos dos últimos no eran objetivos nuevos para Vargas.

De hecho, en el 2009, Jorge Vergara, entonces presidente y dueño de la S, tuvo unas crudas palabras para el ahora detenido, en el que lo trató de chismoso y mentiroso.

“Ni lo conozco, ni me voy a reunir con él y por la fama que tiene ni quiero reunirme con él”, fue la sentencia final del mexicano.

Vargas, con su verbo suave, consultó si ese lenguaje era apropiado y la Unafut contestó con una multa de ¢130.000 contra Vergara, que nunca se supo si pagó.

Solo unos días antes de su arresto, Vargas anunciaba su intención de ser promotor de box...

Entonces, apareció el largo de la ley y cerró el círculo que se abrió con aquel desahucio de la S.