Por unos instantes, la silbatina de la afición liguista era un tono largo y sostenido, el signo externo de la inconformidad.
A esas alturas, Alajuelense ganaba por dos goles de diferencia y, ni por asomo, se insinuaba alguna reacción en el ánimo de su rival.
A la postre, el 3 a 0 con que la Liga despachó ayer a la UCR no hizo más que ratificar la distancia entre el líder absoluto del certamen y el inquilino de la oscuridad.
De entrada, Allen Guevara fue el duendecillo que trastornó a Omar Royero. El pequeño bólido madrugó al defensor. Tras un pase largo de José Salvatierra, Allen filtró el dardo entre Omar y el arquero para abrir la cuenta, al 16’.
Luego, Alejandro Alpízar concretó, ¡en un dos por tres!, su vuelta a la red (52’ y 76’) y al romance con la cofradía rojinegra, que lo vio nacer como dinamitero.
Ramírez diseñó ayer un mediocampo sin esos dos estelares (Oviedo y Valle) y designó en Juan Gabriel Guzmán y Geancarlo González las tareas de contención, mientras que Pablo Antonio Gabas oficiaba de enlace con Diego Estrada, su creativo estrella.
Adelante sorprendió Alpízar, con fervor, certeza y red. Pero la novedad fue Allen Guevara.
Mientras los gendarmes celestes se ocupaban de marcar a Estrada, Guevara, el duende de la picardía, puso a saltar la liebre donde el rival menos lo esperaba.
Los hombres de Mario Carrera solo consiguieron pasar la pelota con sentido del planeamiento en los últimos minutos del primer lapso, para “morir” después ante la superioridad de un adversario que solo carburó a media máquina.
La utopía y el duelo. El mismo Carrera lo reconoció al final, que ya casi todo está perdido. Y así, en las vecindades del fuego, el emblema celeste se apresta a declinar.
Volvamos a la Liga. De bajo perfil, con las manos en los bolsillos de su chaqueta blanca, el
Mientras Ramírez observaba las acciones, Mauricio Montero, su legendario asistente, era quien gritaba a viva voz las indicaciones.
En fin, la Liga es el gran líder. Por eso, inmune al elogio o al tono insultante de la rechifla, el