El clásico de ayer en el Estadio Nacional le hizo recordar al árbitro Wálter Quesada que traía una tarjeta roja en el bolsillo.
Durante los 13 partidos del Torneo de Invierno en que el silbatero actuó como juez central no había expulsado a ningún futbolista del terreno de juego.
De hecho, tenía más de un año en que solo utilizaba la cartulina amarilla para impartir justicia en el fútbol nacional.
La última vez que Quesada expulsó a un jugador fue el 27 de octubre del 2013, en el duelo Pérez Zeledón-Uruguay, cuando envió a los vestuarios al defensor sureño Michael Rodríguez.
Sin embargo, la fricción del duelo de ayer entre Alajuelense y Saprissa hizo que el árbitro con más partidos sin amonestaciones en este Invierno –cuatro juegos– tuviera que recurrir a ellas desde muy temprano.
Arranque. En el primer tiempo Quesada mostró cinco amarillas –Keilor Soto, Ariel Rodríguez, Diego Estrada y Kevin Sancho (dos)– y una roja (Sancho); y en el segundo dos amarillas más (Ariel Soto y Armando Alonso).
Con las ocho cartulinas mostradas, el clásico en el Estadio Nacional pasó a ser –junto con Santos-Carmelita– uno de los duelos más sancionados del certamen en el currículo de Quesada.
A pesar de lo abultado de la cifra, la labor del silbatero no generó críticas de ninguno de los bandos tras el cotejo, como había ocurrido en la víspera, cuando la Comisión de Arbitraje anunció su designación como juez central.
“No he visto la expulsión de Kevin (Sancho), pero el equipo la aceptó muy respetuosamente y asumimos el rol de que teníamos uno menos”, se limitó a decir el técnico Óscar Ramírez, que juegos atrás había alzado la voz contra las decisiones arbitrales.
En el cuartel saprissista, nadie pareció seguir molesto por una designación que habían catalogado como “impuesta” por la dirigencia manuda.