Limón. Pitazo final en el Juan Gobán, el técnico Enrique Meza se dirige hasta su banca, se sienta y con un solo gesto resume toda la frustración e impotencia que pasa por su cabeza, tras acumular una derrota más.
El enojo no era el sentimiento que predominaba en la cabeza del timonel azteca, quien por unos segundos dejó de lado los gritos en el estadio, la alta temperatura y las palabras de quienes lo rodean para meditar sobre su futuro.
En esos segundos de soledad mental, Meza parece no encontrar explicaciones para justificar las constantes desconcentraciones de su defensa y los fallos garrafales de sus atacantes a boca de arco.
Las respuestas no llegan, el estratega busca un poco más, pero sigue sin saber si lo que vive es una pesadilla. En ese momento regresó a la realidad, tomó aire y cabizbajo se retiró del campo de juego sin entender cómo Limón los derrotó 1 a 0.
Al parecer las ideas de Enrique no calan en el grupo, los constantes cambios en la alineación titular no resultan, su fútbol ofensivo y de toque de pelota es fácil de descifrar y genera confusión entre una zona baja y una mediacancha que deja muchos espacios.
La desesperación se apoderó de una tripulación blanquiazul que está muy lejos de rendir al nivel que su dirigencia lo esperaba y carece de respuestas cuando el rival los golpea.
El naufragio futbolístico de los brumosos se agravó en el Caribe y el buque que hasta hoy dirige Meza descendió hasta el noveno lugar de la clasificación, muy cerca de tocar fondo en el Verano.
Limón reconoció las carencias de su oponente ayer y supo exactamente dónde atacar.
La Tromba se apegó al orden táctico, limitó los espacios en la media cancha y buscó hacer daño con los balones largos a las espaldas de los defensores visitantes.
Enoc Pérez se encargó de impactar el navío blanquiazul al minuto 54 y así agravar la situación de Cartaginés, tras un error de Darío Delgado, quien intentó dejar en fuera de juego a Pérez, pero lo habilitó y lo puso cara a cara contra Alejandro Gómez.
El tanto desató aún más el nerviosismo de los de la Vieja Metrópoli, quienes con más pundonor que buen fútbol se lanzaron al frente en busca de la salvación.
No obstante, la brújula de los delanteros blanquiazules parece no funcionar y así se evidenció.
Andrés Lezcano perdonó en un mano a mano dentro del área, Fabrizio Ronchetti estrelló un balón en el palo, falló una oportunidad bajo el propio marco del arquero Jairo Monge y no logró concretar dos opciones claras de cabeza sobre el cierre.
Todo esto pasó por la cabeza de un Enrique Meza que sentado en su banquillo al cierre del partido no podía creer lo que pasaba y buscaba respuestas a sus preguntas para definir lo que hará en su futuro inmediato.