Con un año al frente de Costa Rica, ¿logró encontrar a los líderes para la eliminatoria?
Sí... Si no todos son líderes, porque tienen diferentes comportamientos y no tienen la vivencia y el roce internacional de las anteriores generaciones, hay algunos de ellos que para mí sí lo son.
¿De qué líderes habla usted?
De Keilor (Navas), Bryan (Ruiz), Johnny Acosta y (Michael) Barrantes. Ellos tienen su liderazgo en el campo. De pronto, ustedes (la prensa) están haciendo un comparativo con los famosos líderes anteriores, pero tomen en cuenta que ellos estuvieron en dos Mundiales consecutivos. Yo quisiera hablar con ustedes cuando esta nueva generaciones tenga acumulados dos Mundiales.
¿Por qué le ha costado consolidar el cambio generacional?
Como en todos los países cuesta. Si hacemos el comparativo con la de Colombia, también costó porque no se pudo encontrar una como la de 1994. Si vieron la de 1982, Perú aún no la ha encontró. El mismo Brasil. Francia terminó una generación de 1998 y difícilmente ha podido revalidar otra generación posterior. Son consecuencias de la misma madurez del jugador y del mismo tiempo que ellos tienen de competencia. A veces, las generaciones muy estables absorben a los que vienen y no le dan el espacio, o es un espacio tardío para algunos. Hoy la generación intermedia de Costa Rica es la que asumió el rol.
¿Cómo se ha dado el cambio?
Simplemente, se está dando con jugadores un poco más jóvenes, pero con más roce internacional. Hoy Barrantes, Keilor, Bryan Oviedo y Bryan Ruiz lo tienen para lo que necesita una Selección Nacional.
¿Qué rol asumen los más jóvenes: Campbell, Tejeda y Oviedo?
Lo han hecho bien, con un aporte increíble. Ellos vienen de generaciones de Mundiales Juveniles y están entrando a la de Mayores. Eso es bueno. De pronto, les falta algo, porque son muy jóvenes. Pero cuando tengan 30 partidos internacionales, serán figuras y líderes.
¿Qué aportan los legionarios?
Tienen la ventaja de que compiten a nivel internacional en países de nivel y eso es buenísimo para la Selección. Pero eso no quiere decir que los que están aquí, en el ámbito nacional, no aportan lo suyo.
¿No cree inconveniente depender tanto de los legionarios?
Es una circunstancial real. Así lo hacen las potencias Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Es lógico que los jugadores que están afuera los llevan a la Selección.
El problema es el poco tiempo que tiene para conjuntarlos...
¡Ah, eso es diferente! En el año que me pregunta usted, solo he tenido 60 días de trabajo, sin contar la selección alterna que estuvo en diciembre, para jugar en Cuba y Venezuela. No es fácil construir un equipo en solo 60 días, cuando en un club normal o de élite a veces se demora hasta seis meses o un año.
¿Por qué cuesta la transición de defensa a ataque, cuando se tiene el marcador en contra?
Se mejora en esto, pero hoy todos los equipos presionan. Como ante Perú, que se metió atrás y eso dificulta el paso de defensa a ataque. En conceptos míos, no siempre se pasa rápido. A veces en el futbol es mejor la claridad que la sorpresa.
¿Cómo compara esta Selección a la que dirigió en el 2004 y 2005?
Hay mucha diferencia. Aquel grupo del 2004 era más maduro. Pero el de ahora tiene más estructura, conceptos, manejo de los partidos y más variantes de jugadores.
Entonces, ¿cómo se verá el equipo que convocó para México?
A mí me gusta que todos tienen buena competencia. Los que juegan en el norte de Europa, lo tienen, igual los de Europa Central, Estados Unidos y los de aquí. Eso es muy bueno para la Selección.