El juego arrancó con mejor ritmo (no mucho) con respecto al domingo pasado; eso sí, los dos equipos mantuvieron una adecuada prudencia en sus movimientos ofensivos: no se trataba de que los agarraran en otras.
Así, los primeros 20 minutos fueron un largo
San Carlos tuvo un par de insinuaciones, ambas no llegaron a más por el exceso de individualismos de Kenny Cunningham, quien trató de pasar por dónde no había camino en lugar de asociarse con un compañero.
En ese lapso, los sancarleños realizaron un par de remates a marco, que se fueron pegaditos al poste de mano izquierda del meta rojinegro Alfonso Quesada.
Sin embargo, la Liga abrió el marcador en el momento que decidió apretar el gas.
Agazapado, el león manudo espero el primer descuido para cazar al toro sancarleño: un rebote que se quedó en el área visitante fue devuelto a la red por un derechazo de Carlos Clark (23’).
El gol entonó a la Liga, que se asentó mejor sobre el terreno y manejó los hilos del cotejo.
Una vez más, los alajuelenses pusieron las condiciones de juego, pero su contundencia tiene la austeridad de un monje cartujo.
Al final, lo pagaría caro...
Un tiro libre de Luis Gustavo Pérez, que se fue de largo por el costado izquierdo de la puerta local, fue toda la respuesta norteña ante el contraste sufrido.
Hay que apuntar que mientras Álvaro Sánchez, llamado en San Carlos a oficiar de conductor, buscaba cómo agarrarle el hilo al partido, Pablo Daniel Antonio Gabas, su contraparte en la Liga, tenía una lectura prolija y sin erratas que le permitió a los de casa transitar sin tropiezos por la cancha.
Al regreso, Cristian Oviedo, sencillo y claro en su juego, despintó el codo derecho de la puerta de Donny Grant (53’).
Si Clark recordó el viejo dicho de que no hay peor cuña que la del mismo palo, Cunningham se lo enrostró en la cara a los liguistas.
Bajísimo su nivel de popularidad entre la feligresía manuda (fue sujeto de toda clase de improperios a lo largo del duelo), fue el encargado de marcar la igualada.
Fue como la cruz de navajas de Mecano: para los seguidores alajuelenses, ese gol debe ser el que más dolió en toda la temporada, tanto por las circunstancias como por el anotador.
De ahí en adelante, los liguistas quisieron pero no pudieron; San Carlos cerró caminos, clausuró vías y echó mano de todos los recursos para que el reloj se agotara y dejar todo para el domingo entrante en su campo.
El resultado parece justo, porque San Carlos reaccionó y la Liga no supo rematar lo que tenía en sus manos.