Redacción
En medio de la lucha por el título, el timonel Horacio Esquivel se vio en la obligación de sacar de la lista para el duelo ante Santos a sus dos laterales izquierdos, Michael Barrantes y Greivin Méndez. Durante las prácticas de la semana, el estratega percibió que la mente de ambos se encontraba en otro lado.
"Contra los muchachos no tengo nada. Son jóvenes que se ilusionan por la oportunidad de tener un mejor salario y jugar en un club grande, pero si no están metidos en un entrenamiento, cómo van a estar metidos en un partido", explicó Esquivel, el día siguiente en charla con La Nación.
El constante manoseo de los equipos grandes hacia futbolistas de clubes caribeños termina influyendo en el rendimiento colectivo. Ni siquiera en la etapa decisiva le dan una pausa para que se concentren únicamente en lo futbolístico.
Santos denuncia exactamente lo mismo. Los más jóvenes reciben llamadas que los inquietan justo a las puertas de la fase final. La mente ya no solo se enfoca en el partido que sigue, sino en el futuro que les espera.
El gerente limonense Reynaldo Parks recibió la llamada de un club grande que le pidió a cinco de sus futbolistas. Sin pagarles un cinco, este equipo le solicitaba a piezas claves, a cambio de nada. El argumento era sencillo: "Nos dicen que les estamos frenando el crecimiento al muchacho, pero cuando ellos lo venden al exterior, sí cobran".
Parks ha conversado personalmente con cada uno los muchachos que tienen opciones de dejar el club.
El carrilero Barrantes recibió un ofrecimiento de Alajuelense. El mismo futbolista le explicó al gerente que esperaría a que finalizara el torneo para decir si firmaba con la Liga o aceptaba una nueva oferta de Limón.
Méndez tiene un contrato con un agente internacional y espera que se concrete algo al cierre de esta campaña, aunque todavía no hay nada en firme. También habría de por medio una alternativa en un club grande de acá.
El lateral derecho Shain Brown firmó con el agente Joachim Batica y también aguarda una opción exterior, aunque aparentemente un equipo grande ya se acercó a conversar con el futbolista.
Para Limón es mucho mejor que firmen en el extranjero, pues es probable que los clubes de acá hagan lo que sea necesario para quitarles a sus jugadores, sin generarles ningún ingreso.
Por ejemplo, Parks cuenta que en la campaña anterior Saprissa le pidió al joven Yostin Salinas no renovar su contrato con la Tromba, pues querían contratarlo de gratis.
Los morados lo ficharon, lo utilizaron como titular en el primer equipo, pero lo inscribieron en el alto rendimiento. Con esta jugada, se evitan el pago de los derechos de formación hasta que Salinas cumpla los 21 años.
Actualmente tiene 19 y está por disputar el Mundial Sub-20 de Corea del Sur. El gerente caribeño cuestiona la ética con que actúan los clubes grandes.
En Guápiles lograron resistir el vendaval durante la campaña anterior, cuando trataron de robarles a Raimond Salas, Wílmer Azofeifa, Edder Solórzano y Jhamir Ordain. A los tres primeros los convencieron de renovar.
Uno de los argumentos de la dirigencia santista fue que con la globalización del fútbol, en la actualidad es innecesario ir a un equipo grande, para luego brincar al balompié del exterior.
Esta premisa la respaldaron con la salida del lateral derecho Ian Smith, quien se vinculó al Hammarby de Suecia cuando regresó del Mundial Sub-17 de Chile y con apenas algunos partidos en la división de honor.
Smith no necesitó ir a Saprissa, la Liga o Herediano para salir al exterior. Azofeifa también jugó una temporada con el alto rendimiento del Pachuca de México y luego volvió al club caribeño.
Ordain trató de vincularse al fútbol de la MLS, pero como la posibilidad no se concretó, firmó con Herediano. En plena etapa final, el Team anunció su llegada al equipo, justo unos días antes del duelo por la cuadrangular.
Aunque el zaguero sí saldrá del equipo, los otros tres futbolistas tienen contrato y en caso de dejar el club, el equipo grande que esté interesado tendrá que pagarle un dinero al Santos por su ficha.
El otro factor que utilizan como premisa fundamental es que en Guápiles les garantizan minutos y continuidad, mientras que en los clubes tradicionales deberán empezar de cero y puede que les toque ir al banquillo, lo que ciertamente retrasa una posible opción al fútbol del exterior.
"Hay que conversar mucho con los muchachos, hacerles ver la realidad, porque aquí se exponen y juegan, pero algunas veces por una buena oferta económica no significa que van a jugar y terminan perdiendo visibilidad, así que se les dice que cuando den ese paso es para tener éxito", explicó el entrenador santista, Johnny Chaves.
Como el mercado se rige sobre una clara premisa, tener a los mejores a como dé lugar, los equipos chicos son conscientes de que es muy complicado mantener a sus figuras más destacadas.
Ante esta realidad, al menos esperan que exista más respeto por parte de los clubes grandes en la fase final, cuando se están jugando el título, y todo el foco de atención de los jugadores debe concentrarse en ello.
"Este tipo de acercamientos distorsionan al grupo. Los muchachos jóvenes no están preparados para manejar las llamadas de otros clubes. Esto provoca que el compañero de experiencia le hable fuerte y el directivo también. Al final, aunque no se quiera, hay una afectación en los resultados", explicó Parks.
El otro tema es, quizás, más subjetivo. En Limón consideran que muchos de los jóvenes pretendidos por los otros equipos aún no están preparados en la faceta táctica, pues todavía no los han terminado de formar.
Esto dificulta su adaptación, y por ende la consolidación. Por ejemplo, Jossimar Pemberton fue firmado por Alajuelense luego de buenas campañas con Limón. No tuvo continuidad y recientemente lo dejaron libre.