En el 2002 sus esperanzas se apagaron frente a la Liga Deportiva Alajuelense y hoy, diez años después, la ilusión les alcanzó para aplaudir hasta el minuto final.
Luego del partido sus emociones encontradas parecen no mermar. “Será en la próxima, pero será muy pronto”, dice César Barrantes, un joven guapileño.
“Con el primer gol del Santos teníamos esperanza, solo teníamos que meter dos goles más. Cuando metió el segundo gol comenzamos a dudar”, contó Barrantes.
De pie frente a una derrota, los guapileños reconocieron el triunfo de su contrincante. La gradería vestida de Caribe se levantó y aplaudió a los heredianos la victoria que algunos ya esperaban, pero pocos querían creer.
“Es un equipo honorable, los recibimos y los despedimos como se debe, con un juego de pólvora”, casi recita Ilario Manzanillo, quien se lanzó de inmediato a abrazar a Johany Sánchez, un herediano enfundado con su bandera incandescente, a quien desconcocía.
Sin embargo, los santistas más resignados que tristes, sintieron que su equipo no lo dejó todo en la cancha.
“Se confiaron desde el principio, por eso no ganamos”, se queja Jose Masis, uno de los pocos santistas que sí prefirió salir del estadio, antes de dejar caer la última gota de sudor.