Alajuela. La espera fue difícil y, en ocasiones, desesperante, pero Patrick Pemberton al fin sonríe entre los tres tubos de Alajuelense.
Ocho años después de haber llegado a la Primera División con el conjunto rojinegro, el portero logró convertirse en el titular, y está a la espera de una final nacional.
“He vivido y sufrido muchas cosas, pero eso me sirvió para valorar lo que tengo ahora”, expresó Pemberton ayer, luego de la práctica matutina en el Morera Soto.
El guardameta, de 28 años, pasó muchas temporadas bajo la sombra de nombres como Álvaro Mesén, Ricardo González, Wardy Alfaro y Alfonso Quesada, quien hoy es su compañero de camerino.
Fue hasta el presente Campeonato Nacional de Invierno que Pemberton se ganó la titularidad.
Hoy el portero recuerda una noche, hace apenas unos meses, cuando en compañía de su esposa, Gabriela Soto, pensó en marcharse.
“Gracias a Dios y a mi esposa no me fui, ella es la que me ha apoyado todo el tiempo, gracias a Dios y ella ahora estoy a las puertas de una gran final”, manifestó.
Desde Limón. El guardameta estelar de los manudos nació hace 28 años en el centro de la ciudad de Limón, desde donde llegó a San José.
“A los 17 años estaba en la escuela de futbol que tiene la Liga en Limón, y de ahí me reclutaron acá, fue don Marcos Hernández quien me dio oportunidad en Limón”.
Después de arribar a Alajuela Pemberton jugó tres años en las ligas menores y a los 20 pasó a la máxima categoría, en la que comenzó siendo el tercer portero tras Álvaro Mesén y Ricardo González.
Con la marcha de Mesén llegó Wardy Alfaro, y el panorama siguió oscuro para este caribeño.
“En el 2004 me fui a jugar con la Universidad de Costa Rica a segunda división, y de ahí pasé a Carmelita, donde estuve otro año”.
Según el portero, fue esa experiencia con los carmelos la que le dio la madurez para regresar.
“Cuando me fui a Carmelita busqué continuidad y tiempo de juego, fue el año ahí el que me dio fuerzas para volver y luchar por un puesto”, dijo con satisfacción.
“Hubo momentos en los que pensé en marcharme a otro club”.
El largo período entre los suplentes y muchas veces en la gradería, le dio a Pemberton la capacidad para entender que quien está fuera del campo sufre mucho.
“Cada gol que hacemos lo celebro con Alfonso –Quesada, portero suplente– y los compañeros del banco, pues somos un equipo”.