Hace 25 años, Óscar Ramírez comprendió que la receta para lograr el éxito en el banquillo no proviene únicamente de la calidad de los futbolistas o los movimientos de la pizarra, sino de la destreza para tener contentos a cada uno de sus jugadores, no importa si es titular o reserva.
Así lo aprendió de su maestro en el manejo de camerino, Velibor Bora Milutinovic, cuando el fútbol costarricense aún era incipiente y la Sele se preparaba para su primer mundial.
Machillo es el técnico más estable de la primera categoría, con ocho campañas al frente de Alajuelense y ante ello reconoce que el legado del estratega serbio ha sido fundamental en su etapa como entrenador.
“Bora era inteligente y su manera de guiar al grupo permitía que cada futbolista asumiera responsabilidades que al final favorecían al equipo en lo colectivo. Fue el técnico que más me marcó en el manejo de camerino”, contó Ramírez.
Estilo El timonel rojinegro utiliza en su vestuario algunos ingredientes muy propios de la receta de su entrenador en la Copa del Mundo de Italia 90.
El primero se relaciona con el trato diferenciado hacia cada uno de sus futbolistas, de acuerdo a su personalidad y sus características de juego.
El técnico suele reunirse personalmente con cada pupilo para señalarle sus errores y exponerle lo que debe mejorar; evita enojarse y le gusta que la conversación sea privada.
“Es un entrenador que le sabe hablar a uno. El trato de él es humilde y educado. Tiene facilidad para enseñar”, explicó el defensor Kenner Gutiérrez.
El timonel no expone públicamente a sus jugadores y esto el grupo lo agradece.
Al igual que el timonel serbio, es muy reservado en sus comentarios hacia la prensa.
“Bora era conciliador. Si alguno cometía un error se tomaba el tiempo para hablar y corregir. Si los dirigentes criticaban, él era muy cauto en sus opiniones”, recuerda el excapitán de la Sele , Róger Flores.
Cuando se presenta algún tipo de discrepancia a lo interno del plantel, le da libertad al grupo para solucionar el problema.
No obstante, es sumamente estricto en el cumplimiento de las funciones tácticas.
Del mismo modo que Milutinovic, le deja muy claro a cada futbolista cuál es su función en el vestuario y dentro del campo para que asuma responsabilidades.
Eso sí, es muy cuidadoso en que ningún jugador se salga del saco, y si lo hace, corta el problema desde la raíz.
“Bora era buena gente pero también tenía su carácter. Sabía cuando era el momento para tomar decisiones”, añadió Flores.
Además, le dedica mucho tiempo al trabajo con los hombres de suplencia, ya que considera clave que no caigan en un estado de confort o desmotivación.
“Es justo. Hay que estar atentos porque a veces uno está con el segundo equipo y siente que no lo están mirando, pero de repente es titular en el siguiente juego”, concluyó Jonathan McDonald.