Ambos equipos protagonizaron un duelo cerrado y falto de ideas en la zona medular. Además, la pequeñez del terreno de juego del estadio Juan Gobán obligó a practicar un futbol más directo, sin tanto tránsito del balón.
Durante la etapa inicial, la necesidad asfixiante de conseguir puntuar amarró a dos equipos más preocupados por defender que buscar el marco rival.
Los planteamientos eran idénticos. Línea de cuatro cuando no se tenía el balón, un creador de juego y dos hombres en punta. De ahí nació una dependencia perjudicial en lo que pudieran hacer Ismael Gomes en Limón y Gustavo Pérez en los Toros del Norte.
Las dos únicas opciones de gol fueron para los de casa. Al minuto 9, un remate de Steven Calderón dio en el vertical y luego otro disparo de Ricardo Harris salió ligeramente desviado. Faltó fortuna.
Limón dominaba, empero los sancarleños controlaban. Y lo segundo es mejor que lo primero en el futbol moderno.
Cuando las divisas se aprestaban a irse a los camerinos se abrió el marcador de táctica fija. Un cobro de tiro de esquina desde el sector derecho de Michael Mora encontró la testa del charrúa Mario Bello, quien colocó el balón en el ángulo superior derecho del marco defendido por el caribeño Érick Sánchez, de regular actuación.
Las variantes del técnico Fernando Sosa surtieron efecto. El ingreso de Kendall Wilson y Alexander Espinoza vinieron a inyectarle mayor dinamismo.
En tanto, los visitantes se mostraban sólidos en defensa con las funciones del capitán Daniel Alvarado y la rigidez de Eder Munguío y el mismo Mario Bello.
Todo lo que hicieron los del Atlántico fue conducir, dominar, aunque el control siempre fue de una escuadra sancarleña con más trabajo acumulado y, por ende, un mayor oficio en sus quehaceres.
El balón iba y venía. Los pupilos de Sosa entraron en desesperación ante la amenaza del cronómetro y poco hicieron a la hora de incursionar en el último e intimidante cuarto de cancha.
Mientras tanto, el equipo rojo administraba el tiempo y el espacio, como en aquellos viejos tiempos cuando alcanzaron el subcampeonato nacional.
En las gradas, la desesperación se siente, se escucha a los cuatro vientos y da para pensar que, en Limón, lo que viene será más que complicado dentro y fuera del terreno de juego. Eso es evidente.
El cabezazo de Bello al 44’ fue determinante. Marcó diferencia de principio a fin.
El oficio de los sancarleños castigó a un Limón que luce desorientado y que deberá redoblar esfuerzos si quiere huir del sótano.