Son muchas sensaciones las que llegan, la primera es la satisfacción del deber cumplido por haber sacado la tarea de un semestre que, hay que ser honestos, fue muy difícil para nosotros. Gracias a Dios tuvimos cabeza fría y humildad para reconocer los momentos en los que el equipo no iba por buen camino y la sabiduría de enmendar situaciones que no eran aspectos para llegar al título.
Yo le fui claro a los jugadores, les dije que no tenía la llave de cómo quedar campeón pero sí sé cómo no se llega y hay ingredientes que se estaban dejando de lado que al final son importantes para la consecución de un título con rivales muy calificados, que en ese momento pintaban más fuertes que nosotros, algunos con muy buenas planillas de calidad, otros con estabilidad de años en el camerino y en el cuerpo técnico.
Yo todavía no asimilo el hecho de haber entrado en la historia del Saprissa, uno no trabaja para satisfacciones personales porque es un deporte de conjunto. Es bonito saber que también tengo el honor de escribir un pequeño renglón en esa historia.
Nos acostamos como a las 4 a. m., nos quedamos en el estadio compartiendo con los muchachos, directivos y empleados administrativos y la verdad tengo la costumbre de dormir poco, así que ya como entre 8 a. m. y 9 a. m. estaba despierto.
Para mí, el equipo. Nunca trabajé con titulares o suplentes. Trabajamos mucho la táctica y el orden para atacar y defender. Para mí fue un plus que todos trabajaran por igual, el equipo se mantuvo compacto. Fuimos estrictos cuando lo tuvimos que hacer y ellos lo entendieron.
Para mí fueron dos meses y medio muy complicados. No era solo un evento porque de repente habían muchachos lesionados, otros no estaban en su día, hubo un comportamiento de que a veces hacíamos buenos juegos y otros no. Todas esas situaciones mermaron el sueño.
Bueno, yo viví de cerca el trabajo con Rónald y me parece que fue bueno y prácticamente no hubo tiempo de hacer diagnóstico porque a las 24 horas teníamos un juego ante la Liga.
Sí lo noté. Fue un clásico en el que salimos con un buen sabor de boca a pesar del resultado. Eso nos dio pie para pensar que podíamos pelear el campeonato.
Yo no voy a ofender a Dios, quizás estrella no pero creo que he sido muy honesto con el fútbol y creo que el fútbol ha sido benevolente. Siento que soy una persona muy perfeccionista, para mí todo tiene que salir perfecto. Soy exigente, autocrítico, dedicado 24 horas y siete días, no tengo horarios y si lo soy conmigo, ¿por qué no lo voy a hacer con los demás?
El primer síntoma fue el partido contra el Kansas City, fue un partido en el que no había mañana y lo logramos sacar. De repente tuvimos nuestros altibajos con equipos no tradicionales, eso me tenía inquieto pero también dentro de lo negativo siempre sacamos la casta en duelos claves.
Para mí el hecho de haber sido campeón te deja el sabor de que peleaste con los mejores, jugaste en desventaja en las dos series, cerramos de visita en ambos duelos y la satisfacción es esa, pelear el campeonato con dos equipos de mucha autoridad.
Siempre se resaltan individualidades, gracias a Dios aparecieron en un momento oportuno pero insisto en que hubo jugadores como Deyver que no venía jugando y al final fue una pieza clave. Ýo quería que los muchachos tuvieran esa convicción de salir a la cancha a hacer lo mejor.
Bueno, yo espero que sí. Hay aspectos importantes en la gerencia deportiva también. Si yo fuera el gerente, estaría de acuerdo en dejar al entrenador porque hay muy poco tiempo entre un campeonato y otro.