Así, en un estado de ebullición total se mostraron ayer los alrededores del estadio Rosabal Cordero, cuyas vías se inundaron de signos rojiamarillos.
“Me gusta mucho que la gente esté así, sobre todo en un momento de tanta crisis en el país. Es bonito que el pueblo esté alegre”, expresó Mario Cruz, ubicado al frente del estadio.
El optimismo de Cruz porque el Herediano logre esta noche su título número 22 se notó en que llegó al lugar con su esposa, Marianela, y sus dos hijos: Mario (seis años) y Paulo (cuatro).
Otro que también hervía en alegría era Minor Díaz, estudiante de informática quien arribó al Rosabal en su silla de ruedas y con camisa del
“Quería estar cerca del equipo, hemos visto muchas finales y ojalá que en esta ganemos”, comentó Díaz entre el gentío.
La marea rojiamarilla que alteró el tránsito fue acuerpada por los conductores, pues son 19 años de no ser campeones.