Georgetown (Guyana). Como país, Guyana ha resultado ser tan enigmático como su Selección de futbol, de la que se sabe tan poco que amerita una visita y mucha, mucha paciencia.
Llegar es una odisea: la ruta más común implica viajar primero a Miami y luego hacer una larga y tediosa escala en Trinidad y Tobago, donde el avión se reabastece y mientras tanto toca estirar piernas en el pasillo por unas dos horas.
Luego vienen otros 45 minutos para por fin llegar al modesto aeropuerto Cheddi Jagan, que viene a ser como un gran salón con algunas divisiones y unas cuantas oficinas. Ahí inicia el calvario para obtener una visa nacional, un trámite con el que poquísimas personas llegan, situación que al parecer siempre causa el enojo de los funcionarios locales.
El lunes, sin embargo, el problema fue particularmente grande: no solo llegó un desorientado tico sin ella, sino que en el mismo vuelo iba un grupo de 30 guatemaltecos. Era la selección chapina, que jugaba anoche contra los locales.
La pausa me ayudó a conocer a la delegación del hermano país, entre todos bromeamos y cuando la cosa empezó a tardar (duramos dos horas en obtener el trámite) también hice eco de la indignación general.
Cuando por fin pudimos poner un pie fuera del aeropuerto, lo primero que me llamó la atención fue la frescura de la noche. Desde que este servidor llegó no ha parado de llover, aún cuando estamos en pleno verano.
De entrada, la concepción errónea que traigo es la que he podido leer en Internet, un país pequeño que no alcanza ni el millón de habitantes y donde la colonización inglesa puso al críquet como el deporte nacional y el más practicado.
Pero una vez que hablo con los locales, me doy cuenta de que Internet miente: el futbol es igual o más popular que el críquet, con la diferencia de que aquí el deporte rey no está tan desarrollado.
Hay canchas improvisadas y ninguna oficial, los campos de críquet se transforman para albergar una liga amateur que tiene como principal figura al Alpha United, aquel modesto equipo que se enfrentó a Herediano el año pasado por la Concacaf.
Por otra parte, los apagones son constantes. Unos me han dicho que es normal y otros que pasa por la lluvia; quién sabe. Pero sí les puedo decir que escribiendo estas líneas me quedé dos veces a oscuras.