Ganar un clásico permite dar un golpe de autoridad, potencia el nivel futbolístico del vencedor, mancilla el orgullo del oponente y sube la moral. Pero si el triunfo ante el archirrival se consigue en semifinales, es casi asegurarse un campeonato.
Al menos así ha pasado desde el Invierno 2007, cuando se iniciaron los torneos cortos, ya que desde esa fecha, Saprissa y la Liga se han visto las caras en cinco ocasiones en semifinales y en cuatro de ellas, el que se impuso luego se consagró monarca.
Solo en una oportunidad –Verano 2015–, se rompió la magia que dio el hacer morder el polvo al oponente más odiado en la antesala de la final, y en ese caso, los manudos se quedaron con las manos vacías, pese a superar a la S previamente.
Herediano fue el que cortó lo que era una costumbre y, de paso, se sacudió del dominio que tenían sobre ellos los dos equipos más populares del país, después de dejarse el clásico.
Pero, ¿qué da adicional el clásico para que de esa serie salga el campeón cuando se ven las caras en semifinales?
Quienes jugaron este tipo de duelos reconocen que son choques muy diferentes y que, por lo general, potencia en lo mental al ganador, al saber que ya dejó fuera de la competencia al rival que, para ellos, es el más fuerte. “Casi siempre se da que el que gana el clásico es campeón, porque el que triunfa sale mucho más fortalecido; psicológicamente, se coge mucha fuerza y uno se llena de confianza, al punto de levantar más el nivel. Además, en la otra llave suele haber menos presión y exigencia”, dijo Mauricio Montero.
Criterio similar es el expresado por Evaristo Coronado, aunque señala que la historia cambió últimamente por el repunte de los florenses y las planillas que conforman, tanto así que se les considera tan candidatos como los tibaseños o los erizos.
“Pudiera ser que, mentalmente, uno piensa que ya se quitó al archirrival y se va un poco más confiado y con más positivismo. Dejar al oponente que por tradición es más fuerte es un plus, pero no significa que ya se ganó el campeonato”, manifestó Coronado.
Por su parte, los protagonistas de hoy resaltan que el medirse ante el archirrival potencia todas sus virtudes y saca lo mejor de cada uno en la recta final, factores que ayudan para acercarse más al campeonato.
“Saprissa no va a regalar nada y nosotros mucho menos, añádale que es un clásico, es una semifinal, que es una posibilidad de ir a una gran final. Así que aquí nadie se puede dormir y nadie se puede confiar”, opinó Javier Delgado.
Incluso, los futbolistas ven hasta mejor medirse con el oponente de siempre previo a la final, ya que da un valor agregado.
“Son juegos aparte en los que se juega el orgullo. Se va con la idea fija de sacar las cosas bien en esta semifinal y llegar fuertes a la final del torneo”, concluyó Néstor Monge. Colaboraron Daniel Jiménez, Fanny Tayver y Steven Oviedo