El miércoles en la noche vi mi gol. Definitivamente fue un golazo. Muy bueno. En ese tipo de acciones, no hay tiempo para pensar. En el instante mismo uno tiene que decidir.
Mi gol fue una jugada iniciada entre Nahamán González y Joaquín Guillén, quien le hizo el pase a Víctor Badilla. El llegó hasta la línea y sacó el centro, la bola pasó en medio de dos defensores y me cayó un poco atrasada. El toque se lo hice cambiado a Juan Carlos Alfaro. Sabía donde estaba el portero, pero no quién me marcaba, por la televisión me di cuenta que era Dáger Villalobos. Aunque Wílmer López estaba de frente en ningún momento pensé en entregarle el balón.
Todo el mundo estaba feliz. Mis compañeros, como el caso de Hárold Wallace y Joaquín Guillén, me dijeron que fue un gol de campeonato mundial. Yo también estaba muy alegre, pero no solo por la anotación, sino por el trabajo realizado en el partido.
Para nadie es un secreto que Herediano tiene una defensa que se para bien. Víctor Badilla, Rónald Gómez y yo teníamos la misión de luchar adelante y creo que lo hicimos acertadamente.
Nunca había metido un gol similar, ni siquiera en un entrenamiento o en una mejenga.
El miércoles, por primera vez, celebré un gol con Badú. Cuando anoté corrí hacia él y en medio de la alegría me dijo: "¡Negrazo, qué golazo!" Badú estaba loco, y yo también.
Pese al festejo, estoy tranquilo. La conquista me motiva a trabajar con ahínco y a ser cada día más humilde. Me he dado cuenta que, con la humildad, uno se supera.
En la Liga me siento feliz. La meta para este año era tener mayor participación en la Primera División y hasta ahora la he logrado. Cuento con la oportunidad de jugar y no la he dejado ir. Esta es mi etapa más feliz porque es un cambio muy fuerte pasar de juvenil a la primera categoría; no pasé por promesas y si uno no se cuida, se puede enfermar.
El día del gol, mi mamá me recibió con un beso. Sé que es bueno concretar ese tipo de goles. Alegría tengo, pero no es para agrandarme. Ya no lo hice al principio, menos ahora. Ya superé esa etapa, que resultó la más fuerte y difícil.
Hay que rescatar que aquella noche los dos equipos salieron a ganar. Ninguno pensó en defenderse. Si todos jugaran así, los aficionados no saldrían molestos cuando sus equipos pierdan.
Contra los florenses, en el estadio Alejandro Morera Soto, en la segunda vuelta, hice un buen gol y también frente a San Carlos, en el Carlos Ugalde.
Uno fuera de la cancha imagina goles, pero nunca había pensado en uno como el que conseguí ante Herediano.