Alajuela. Se había mantenido parco y formal toda la semana. Si el fantasma del retiro le aquejaba, Froylán Ledezma hizo todo lo posible por disimularlo.
Pero no pudo más, cuando se interrumpió el juego para entregarle un homenaje con la emblemática camisa 21, enmarcada, y de colores rojinegro como corresponde, casi se le salen las lágrimas al popular Cachorro.
Los periodistas intentaron tomarle declaraciones y apenas pudo hablar Froylán.
De inmediato, como ya es tradición en el estadio Morera Soto cuando un ídolo se marcha del futbol, los aficionados se brincaron las cercas para ingresar a la gramilla y abrazar al popular jugador de la Liga. Lo mismo pasó con Wilmer, el Chunche...
“Es un gran sentimiento y agradecerle a la gente que vino, que se hizo presente. No esperaba tanta gente, pero gracias a Dios la gente respondió”, dijo un más relajado y agraciado Froylán, mientras bromeaba con los periodistas, tras la algarabía.
No fue taquilla completa, pero de toda forma unos 7.000 aficionados se acercaron al estadio.
El Chunche se robó el show. Carismático como siempre y amado por la afición. El público se extasiaba cada vez que Mauricio Montero tocaba el balón. Era la noche del Cachorro, pero se vio, una vez más, quién es el dueño del corazón de la afición rojinegra.
Así fue como llegó el segundo penal y la gente, a sabiendas de que Froylán ya había anotado, empezó a corear: “Chunche, Chunche, Chunche”.
Humilde como siempre, Mauricio declinó el honor pero Ledezma tomó la orden de la hinchada.
“Es el cariño de la gente, era el ambiente de él (de Froylán), por eso yo no quería venir a tirar el penal, pero él me llamó y me pidió que lo tirara”, dijo Montero.
Al 63' Montero cobró el penal, salió corriendo de la emoción y se puso a bailar alrededor del banderín de la esquina. Un lindo recuerdo de aquellos tiempos en los que Chunche celebraba, de las misma forma, los goles que anotaba con la camiseta rojinegra.
“El Chunche es el Chunche”, dijo Froylán al respecto.