El reloj marcó un instante crucial. Vladimir preparaba un saque de banda. Era el minuto 60. El juez interrumpió el juego, pidió el balón y se lo dio a Evaristo...
Con un abrazo entrañable, el legendario centrodelantero entregó a Vladimir su gafete de capitán, el emblema de la decencia.
La frente limpia, el puño en alto y la emoción contenida. Evaristo empezó a trotar y el aplauso se convirtió en clamor.
Al calor de los vítores, observamos rostros compungidos, lágrimas surcando pliegues, pañuelos al viento, sentimientos a flor de piel. Y en medio de la explosión repetida de los petardos, la afición instaló en las gradas su estribillo de nostalgia y canto: ¡Eva no se va, Eva no se va...!
Frente limpia. Puño en alto. Agua en las pupilas.
Coronado completó una vuelta; sus compañeros lo alzaron en hombros y juntos reiniciaron el ritual del adiós.
Respetuosos, los muchachos del Comunicaciones se sumaron a la ceremonia. Hace justo 23 años les cupo el honor de inaugurar las instalaciones del Estadio Ricardo Saprissa y ayer volvieron a estar presentes. ¡Gracias, cremas!
Fervor sin fruto
De las etapas del partido, nos quedamos con la segunda. La primera evidenció el afán saprissista en favor de Evaristo, a fin de buscar la red. Sin embargo, los nervios y la marca estricta maniataron al goleador. Se puede decir que entre Germán Vergara y Eduardo Acevedo secaron sus intenciones de concretar.
El juego fue de menos a más. Observamos el desempeño de un conjunto guatemalteco compacto, liderado atrás por Vergara y conducido adelante por el futbol de altos quilates que exhibió Jorge Rodas.
Si Comunicaciones fue mejor en la primera fase, Saprissa se apropió de la segunda. En el minuto 46 Vladimir Quesada culminó en los mecates una magnífica incursión de Try Bennett por el carril derecho. El morocho ganó la línea e intentó el pase de la muerte; recibió Wanchope y sirvió a Quesada, quien fusiló por bajo a Jerez.
Al 58' una genialidad de Roy Myers puso en bandeja el balón a Try y este ratificó su valía con un cañonazo. Dos a cero.
Al sustituir a Evaristo, Rolando Fonseca también se convirtió en depositario de una herencia fecunda. Con más ímpetu que calidad, el muchacho buscó la forma de merecer tal honor. Juan Cayasso hizo lo propio; entró de cambio y procuró demostrar que su voluntad está a punto.
Marco Hernández también dio su esfuerzo, y a lo largo del encuentro la habilidad de Enrique Díaz se convirtió en derroche.
Después de que los cremas acortaron distancia con un cabezazo bien dirigido de Jorge Arriola (67'), Javier Wanchope nos regaló un gol espectacular (76'). Marcado al milímetro por Vergara, sacó de media vuelta un disparo largo. El obús fue un misil. Se coló entre el vértice y la desesperación del arquero.
Tres a uno, la síntesis de un buen choque y corolario fiel de un homenaje merecido... Frente limpia. Puño en alto. Agua en las pupilas. Evaristo dijo adiós.
Se va el hombre, queda el símbolo.