Limón
Allá por el año 1996, cuando su mamá, doña Dorinda Bernard, lo subió al autobús, el entonces quinceañero Erick Scott fue sorprendido por un cúmulo de sentimientos desconcertantes. Cuando el chofer cerró las puertas del vehículo y puso marcha rumbo a San José las sensaciones crecieron.
"Era la primera vez en mi vida que iba solo a la capital. Estaba muerto del miedo y lleno de desconfianza porque no sabía con qué me iba a topar, pero, al mismo tiempo, yo sentía que la alegría intentaba aparecer porque, en el fondo, ese era el viaje que yo estaba esperando para comenzar a luchar por el sueño de mi vida: llegar a jugar fútbol de manera profesional", recordó el delantero limonense.
Hoy, 21 años más tarde y, después de una carrera en solitario, sin representante o manager que le trazara su trayecto, Erick alcanzó el sitial que lo llevó a ser figura en el fútbol nacional.
Un bicampeonato con Alajuelense y diferentes etapas como futbolista de San Carlos, Saprissa, Pérez Zeledón, Santos, Cartaginés, Uruguay de Coronado y Limón, en tres veces diferentes, han moldeado una dilatada carrera.
En el extranjero, fue campeón una vez con Marathón de Honduras, al cual regresó tras militar en el Shanghai Shenhua, equipo de China que recién contrató al argentino Carlos Tévez. También jugó para el Luis Angel Firpo de El Salvador.
Scott asistió al campeonato mundial de Argentina 2001, a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y fue parte del seleccionado mayor de fútbol en 26 oportunidades, cinco de ellas para la eliminatoria de la Copa del Mundo del 2006.
A lo largo de dos décadas, ha vivido momentos muy difíciles, pero al mismo tiempo, otros que estima de gran satisfacción personal prácticamente en todos los equipos en que ha participado, con excepción del Deportivo Saprissa, donde el rendimiento no fue el esperado.
Los primeros años. Scott se enroló al fútbol nacional porque el dirigente Víctor Hugo Alfaro lo descubrió durante una final de un campeonato de liga menor en Limón, entre su equipo ENVACO y la Doble M, equipo del fallecido narrador Mario McGregor.
"El me preguntó: '¿Muchacho, a usted le interesaría hacer una prueba en San José con alguno de los equipos de la Primera División o alguna selección?'", contó con cierto aire nostálgico.
Erick no lo pensó, respondió afirmativamente y quedó en conversar con Alfaro posteriormente.
A esas alturas de su vida, Scott no sólo era campeón goleador de su equipo sino de la liga limonense, donde alcanzó 40 goles.
Una semana más tarde, Alfaro lo llamó para darle la buena nueva de que ya le tenía todo listo y solo era cuestión de que se trasladará a San José.
De inmediato, ahí mismo saltó la 'mala' noticia cuando, al contarle a su mamá, ella le respondió en tono tajante y enojada que de ninguna manera saldría de Limón, porque ignoraba donde estaría ni en qué condiciones.
"Usted de aquí no me sale", le dijo a modo de sentencia. Sin embargo, Erick le lloró tanto a doña Dorinda Bernard que ella le dijo que quizá podría reconsiderarlo si hablaba con el señor que le ofrecía esa oportunidad.
Fue así como Alfaro conversó con la señora y ella dio marcha atrás.
"Don Víctor fue como un segundo padre para mí. El sacó a su hijo de su cuarto, se lo llevó a dormir con él y su esposa para darme la habitación. No solo me dio techo, sino que también alimentación y hasta me vistió", recordó Erick, quien dice vivir agradecido con esta familia.
A su juicio, él fue como su segundo padre. El padre biológico había muerto dos años atrás, de quien no tiene mayores recuerdos porque nunca estuvo presente en la casa. "Ahí quien fue madre y padre fue mamá", dijo con firmeza.
La búsqueda de la oportunidad no fue nada fácil. Tocó las puertas del Saprissa y de las selecciones menores pero estas nunca se abrieron. Cuando habían transcurrido 20 días y parecía que regresaba sin nada a Limón, surgió la posibilidad de una prueba en Alajuela.
Enrique "Quique" Vásquez, quien era el encargado de las divisiones menores de la Liga, lo aceptó.
"Estaba feliz porque, en ese tiempo, yo era manudo. Aunque tenía la edad de infantil, desde un inicio entrené con el alto rendimiento".
"La Liga tenía un equipazo. Estaban Carlos y Alexánder Castro y Harold Miranda, entre otros", rememoró.
Algunos de ellos posteriormente fueron ascendidos a la Primera o a entrenar con el equipo mayor. El tiempo pasaba y Scott no era tomado en cuenta más que para juegos de categoría inferior.
El ánimo de Erick estaba decayendo, cuando Vásquez lo llamó un día para decirle que estaba convocado a un partido del alto rendimiento en Puntarenas y que debía presentarse al día siguiente temprano al estadio para abordar el bus con el resto del plantel.
Al llegar a la casa de Alfaro, éste le preguntó si iba al Puerto.
"Estaba lleno de cabanga, extrañaba a mi mamá y al resto de la familia. Quería verlos y le mentí (a Alfaro). Le dije que no me habían convocado (al partido), con la idea de irme ese fin de semana a Limón. Sin embargo, para mi mala o buena suerte, Víctor fue a ver el juego. Ahí se encontró con "Quique" que le preguntó por mí y le contó lo que yo le había dicho. Vásquez le aclaró que sí había sido llamado".
El lunes cuando regresó a Alajuela, Alfaro le dio una fuerte reprimenda y lo bajó a tierra, le aconsejó que sí quería llegar lejos debía asumir todo con responsabilidad.
Erick comentó que esa fase de su vida no le resultó nada fácil porque, tras dos años y medio de estar en el alto rendimiento, aún no había podido dar el gran salto a la Primera.
Ganaba únicamente ¢5.000 mensuales, la suma exacta para cubrir los pasajes desde El Coyol hasta la Firestone, donde diariamente entrenaba el equipo.
Una vez más le asaltó la idea de regresar a Limón y así se lo hizo ver a Víctor Mingo Reyes (hoy secretario técnico manudo), quien le pidió calma porque, una vez que cumpliera los 18 años, la Liga le daría un nuevo contrato.
"El 22 de mayo siguiente, un día después de haber alcanzado la mayoría de edad, fuí a ver a Mingo y le dije: 'ya tengo 18 años'. El me respondió: 'venga la semana entrante a firmar el nuevo contrato'. Así lo hice; mi vínculo con el equipo era por tres años. En el primero me pagaban ¢50 mil mensuales y en los dos siguiente ¢60 mil".
Alfaro le ordenó que la mitad del salario se lo enviara a la mamá porque con el resto podía vivir dignamente.
Alajuelense lo prestó a la Universidad de Costa Rica, que estaba en la segunda división, pero, al mismo tiempo, se entrenaba con la sub 20 que se prepara para el Mundial Juvenil, en Salta, Argentina.
"Ahí conocí a don Carlos Watson, una de las personas de quien más he aprendido y a quien le guardo un gran respeto", expresó.
Al regreso del Mundial, que se disputó en 2001, lo ascendieron a la primera división junto con otros compañeros de selección, entre ellos Warren Granados, Michael Rodríguez y Christian Montero.
Guilherme Farhina era el entrenador y lo convocó para un juego en Guápiles, que acabó en goleada contra la Liga. Eso significó que despidieran al portugués.
Rodrigo Kenton fue elegido como reemplazo temporal hasta que el nuevo técnico asumió el cargo: era el colombiano Jorge Luis Pinto.
Un nuevo "angel" apareció en la carrera de Scott: Wilmer López le recomendó no irse de vacaciones, como él lo pretendía y por el contrario lo instó a comenzar a trabajar de inmediato bajo las dirección del nuevo entrenador.
"Usted apenas tiene 20 años, cómo va a estar cansado. Vaya por sus tacos y empiece a entrenar", le ordenó López.
Una semana después, Pinto lo convocó a un juego, curiosamente, frente a Limón.
"Íbamos ganando 1 a 0 y a falta de 20 minutos entré de cambio. Esa era la gran oportunidad que había estado esperando. Entendía que debía entrar con todo para conseguir algo. Ese día en mi debut anoté doblete. ¿Sabe quién era el portero? Dexter Lewis, mi amigo del alma y arquero en nuestro equipo de ENVACO", expresó con simpatía.
Esa actuación le llevó a ser tomado en cuenta para el clásico nacional, que se jugó en la semana siguiente. Alajuelense venció a Saprissa 2-0 con goles de Rolando Fonseca.
En su primera campaña de rojinegro, Erick anduvo encendido y al final del torneo quedó como goleador del once manudo con 14 anotaciones, dos de ellas conseguidas en la final contra Santos.
Como era del alto rendimiento, inicialmente no tenía derecho al premio por haber alcanzado el título como el resto de los jugadores. Sin embargo, Pinto se molestó, increpó a la parte administrativa de la Liga y les reclamó que cómo era posible que su goleador fuera excluido.
Unos días más tarde, el limonense fue favorecido con una bonificación de ¢1 millón.
Así comenzó a concretarse el sueño que desde muy pequeño buscó con sus amigos del barrio en las mejengas del equipo ENVACO.
Hoy, este descendiente de familia adventista, saborea los frutos que le deparó una siembra hecha con mucho sacrificio y disciplina.
'Me prometí dejar una huella positiva'
Erick Arnoldo Scott Bernard vive en la actualidad, quizás, uno de los mejores momentos de su carrera futbolística porque, pese a que ya cumplió los 35 años, luce veloz, efectivo y, sobre todo, lleno de ilusión por desempeñarse de la mejor manera en la actividad que adoptó como su modo de vida, dos décadas atrás.
Actualmente, es el goleador del certamen con 12 tantos, apenas una menos de la mitad de las conseguidas por Limón que, con 26 anotaciones, es el equipo más goleador del torneo.
En su más reciente aparición, el domingo pasado frente a Belén, Erick consiguió cuatro tantos, tres de ellos por la vía de los penales.
El actual rendimiento del delantero, probablemente, podría encontrar sus orígenes en un compromiso que asumió en sus comienzos como futbolista cuando asumió el compromiso de "dejar una huella y un rastro positivo".
"Me propuse dejar mi nombre lo más alto posible con la idea de que, al momento del retiro, mis hijos, nietos y familia inmediata, pudieran sentirse orgullosos de mi persona", expresó el jugador que tiene tres hermanas mayores y hermano gemelo.
Scott, producto de esta exitosa circunstancia, suma 134 goles en su carrera que lo ubican en el noveno puesto entre los 10 principales artilleros de la historia del balompié nacional.
El siguiente es un extracto de una entrevista concedida este martes, al final del entrenamiento de su equipo en el estadio Juan Gobán.
¿Como vive este momento?
Muy feliz. El equipo hace un buen trabajo y reflejo de ello es que terminamos la primera vuelta en primer lugar. Eso motiva. El cuadro aún no ha ganado nada. Nos restan 11 partidos, seis programados para jugar en casa que hay que ganar y el resto habrá que ir a buscar los puntos de visita.
¿Puede ampliar un poco más la respuesta?
Sí, claro. Como delantero es obvio que estoy contento porque los goles están llegando, algo propio y obligatorio a la posición que juego. Dichosamente, las cosas están saliendo y y por eso estoy anotando. Sin embargo, debo dejar muy claro que eso solo es posible porque el equipo está haciendo las cosas muy bien en la cancha. Aquí lo vital es continuar por ese camino. Ese es nuestro objetivo.
¿A qué obedece su buena condición física?
A varios factores. Primero, siempre procuro asumir la pretemporada con la seriedad que encierra. En nuestro caso comenzó un poco antes. En segundo orden, que a lo largo de mi carrera, gracias a Dios, no he sufrido lesiones de mayores. Tercero, soy una persona responsable con el cuido personal. Yo siempre me he alimentado de manera sana y sin excesos.
"A la comida caribeña no la puedo hacer un lado porque es tentadora y deliciosa pero algunos ingredientes como el aceite y la leche de coco, facilitan el aumento de peso. Finalmente, respeto mis horarios de descanso. Duermo entre ocho y nueve horas y, durante el día, si entreno por la mañana, por la tarde reposo un par de horas".
¿Cómo llegó a esta pretemporada?
Llegué normal. No hubo mucho tiempo porque apenas tuvimos como 15 días de vacaciones dado que el torneo comenzaba en enero. Lo que hubo más que todo fue una microtemporada muy bien planificada, por eso es que el grupo hoy se siente muy bien.
¿Que experimentó al ingresar entre a los 10 mejores goleadores de todos los tiempos?
Es algo muy grandioso y halagador. Imagínese que honor. Ocupar la posición número nueve.
¿Lo imaginó en algún momento?
Algún tiempo, después de haber debutado en Primera División, me prometí que si había escogido este modo de vida, el cual con el tiempo se convirtió en mi gran pasión, al final del camino yo debía de dejar una huella, un rastro positivo. Me propuse dejar mi nombre lo más alto posible con la idea de que, al momento del retiro, mis hijos, nietos y familia inmediata, pudieran sentirse orgullosos de mi persona. Gracias a Dios algo he sembrado.
"No quiero haber pasado por el fútbol sin dejar nada. Yo amo esta actividad. Todo lo que tuve, tengo y aspiro a tener, se lo debo a este deporte".
¿Ha sido goleador nacional en algún otro torneo?
Sinceramente no. Aunque en algunos torneos anoté bastantes goles nunca fui primero porque al final siempre faltaron algunos tantos para conseguirlo. Sin embargo, debo ser honesto: como delantero que soy lo he deseado y lo he buscado.
"Este es un sueño que persigue cualquier delantero. No obstante, aclaro que tampoco me desvela el no conseguirlo porque mi primer objetivo es trabajar para colaborar con el buen funcionamiento del equipo como tal".
¿Cuándo lo ha tenido más cerca?
Hace dos años, aquí mismo en Limón cuando metí 18 o 19 goles. Anduve cerca. Ahora estoy feliz porque el delantero vive de los goles y cada vez que uno anota esto es lo máximo para uno.
¿Nunca antes había convertido tres penales en un mismo juego?
Jamás. Esta es la primera ocasión en mi carrera. Gracias a Dios los tres entraron. Cada uno de ellos lo tuve que cambiar porque uno juega con los porteros que se preparan por si uno repite el remate.
¿Alguna anécdota que ocurriera el domingo?
En el tercer lanzamiento Luis (Torres, portero de Belén) se me acercó y me preguntó: ¿mae porqué no me dice por donde va a tirar esa para no lanzarme en vano? Yo le respondí, pues quédese en el centro, párese ahí que ahí se la voy a poner. En el fondo yo sabía que ese lanzamiento había que asegurarlo porque esa anotación era muy importante. Igualmente, sabía que él me iba a aguantar. Entonces la aseguré y concreté. A Torres lo aprecio porque fuimos compañeros en Cartago.
¿Cómo se visualiza en los próximos años?
Yo me veo igual, siempre y cuando me sienta como hoy. Dios sabrá cuando decirme: bueno Erick, hasta aquí. Ahora siento muy bien.
¿A cuántos goles más aspira este año, para continuar con ese ascenso en la lista de los 10 más grandes goleadores en la historia del fútbol de Costa Rica?
Yo no estoy pensando en a quien alcanzo y a quien desplazo. Únicamente, lo que deseo es disfrutar este momento y, probablemente, las tres o cuatro próximas temporadas en que terminaré de jugar profesionalmente. En este momento estoy en un equipo al cual las cosas le salen bien y hay un excelente camerino.
¿Cómo se ve una vez jubilado?
Por ahora no pienso en eso. Lo que venga llegara a su tiempo. En este instante vivo feliz, especialmente por haber regresado a mi pueblo y con mi gente. El ver a mi familia sentada en las gradas es algo incomparable.