El pasado clásico dejó el listón demasiado arriba para el duelo de hoy, que deberá ir mucho más allá de la expectativa para estar a la altura de su antecesor.
El 4-4 con el que Saprissa y Alajuelense resolvieron su primer enfrentamiento del Invierno, fue sin duda uno de los mejores episodios que ha visto la historia reciente de esa enconada rivalidad.
Es más, puede ser uno de los mejores de toda la historia.
Y fue así porque tuvo un poco de todo: una remontada para cada bando, un autogol, y un gol agónico en medio de una enfrascada lucha de orgullo que el público aplaudió.
Sin embargo, las circunstancias que rodean la cita de hoy son un poco diferentes a aquellas de setiembre anterior; primero, por cómo llegan uno y otro y, segundo, porque la presión del cierre del campeonato obliga a guardar un poco el ímpetu para darle más paso al cálculo.
Morados y manudos precisan del triunfo, solo que cada uno por razones un poco distintas a las del orgullo y el golpe de autoridad.
Los tibaseños tienen la urgencia de defender su ventaja sobre los erizo y estos a su vez están depurando su juego para llegar a punto a las semifinales, ahí donde la espuela de Óscar Ramírez pesa más.
Además, la planilla de Rónald González ya no llega rebosante de piernas como hace dos meses, porque las lesiones se encargaron de que hoy Saprissa tenga que formar varias caras diferentes a las de ese fresco antecedente.
La Liga, por su parte, se debate entre la búsqueda de una sorpresa con el sistema y la confianza de lo que conoce y le conocen; una duda que se resolverá hasta esta mañana en el Nacional.
También hay inquietudes por el centro de la defensa, pues Johnny Acosta y Elías Palma llevan preocupación al cuerpo técnico en momentos donde su apoyo es fundamental.
Por lo demás la obligación y las ganas están ahí y el escenario también, porque será el Coloso de la Sabana, con el mismo llenazo de aquel trepidante recuerdo, el que reciba una vez más otra edición del efusivo clásico.