Puntarenas. Afirmar que un guardameta puede ser “héroe y villano” en un juego, es ir más allá del lugar común. ¡Es la realidad!
De inmediato al pitazo largo, me apresuro. El paso de Danny Carvajal de la gramilla al vestuario es lento y resuelto a la vez.
Con sus guantes en la mano, el espigado arquero sancarleño, muy dolido por el autogol en que incurrió al 62’, camina solo, tan solo, que se le mira que va inmerso en un limbo de cavilación.
No hay término medio. Su error fue decisivo. Carvajal precipitó la derrota de los norteños en un duelo crucial ante el rival con el que los suyos se debaten en la oscuridad.
La nota periodística obliga a romper la intimidad de un ser humano a quien parece que la noche del desánimo le cayó a pleno sol.
“Calculé mal. No sé qué me pasó. Vi bajar la bola y le metí los guantes, con tan mala suerte que la empujé yo mismo al fondo del marco”, explicó el arquero.
“Me duele muchísimo. Cuando mejor jugábamos, nos pasó esto. Pero tengo que levantar la cabeza y seguir adelante. Lo tomo como una dolorosa experiencia”, añadió el arquero. Y se metió en el vestidor.
“Cuando terminó el partido, fui y lo levanté”, comentó después Johnny Chaves, técnico y exportero.
“Ahora él necesita de nosotros. Le dije que no se sintiera culpable, que estamos con él”, agregó el timonel sancarleño.
“Danny tiene que asimilar su error, aceptarlo como fue, debe analizar el golpe. Y dejarlo ir...
“Esto es así”, dijo Chaves. “Mañana volveremos a soñar...”.