Grecia. Mauricio Montero no dio declaraciones, pero entre lo poco que dijo dio a entender que se quedará en Alajuelense.
Vestido aún con la ropa oficial del equipo se asomó a la entrada de su casa para, de forma cordial, decir que no hablaría más con los medios.
“No puedo hablar hasta que se resuelta todo, no quiero más problemas en la institución.
“Tengo que cuidarme a mí y a la familia. Usted sabe, por el trabajo”, dijo angustiado.
El Chunche es tan de la Liga como suyo es el cariño de una afición que le adora. Van 26 años de idilio que probablemente continuará hasta la muerte.
Con el pantaloncillo fueron 11 años de carrera que culminaron con una imborrable imagen, en 1998, de Montero arribando al Morera Soto en helicóptero. Era su despedida.
Unos años y otros tantos oficios fallidos después, el fútbol volvió a reclamar al Chunche.
Fue con el equipo de su natal Grecia que apareció como entrenador, en Segunda División.
Poco después se sumó uno más uno, se hizo lo lógico, y Mauricio volvió a la casa. Ahora como asistente de Javier Delgado en el equipo que ganó la Concacaf del 2004.
La prueba con Carmelita como primer entrenador duró poco y la Liga lo acogió formando las figuras del mañana.
De ahí saltó de nuevo a la Primera División para asistir a Luis Roberto Sibaja y, luego, a Óscar Ramírez.
Ahí lo sabido por todos, los cuatro títulos y el montón de alegrías junto a Machillo.
Fue breve, pero por un corto partido en este año el Chunche acarició el sueño de ser entrenador manudo. Sueño que ayer se le alejó un poco más...