Luego de dos empates, Cartaginés regresó ayer al camino de la victoria, mantuvo su invicto y se encumbró aún más en la primera posición del Torneo de Verano.
A pesar de esas tres ganancias, la de ayer no fue una noche redonda para los brumosos. En algunos tramos del partido, el equipo que dirige Javier Delgado se vio acosado por un rival que supo ponerlo contra las cuerdas e, incluso, lo perdonó en al menos tres ocasiones.
De entrada, las bajas que tenía en la zona defensiva el cuadro blanquiazul obligaron al Sheriff a llenar los vacíos con Danny Fonseca en el fondo de la línea de cuatro.
Quizá el mediocampo brumoso extrañó el aporte de su número 8, pues los primeros 25 minutos del juego no pasaron de ser un puro estudio, ver las cartas que el rival tenía sobre la mesa y tratar de encontrar un punto débil.
Ninguno lo halló. Cartago intentó por las bandas, sobre todo la izquierda, desde donde Sirias y Jiménez insistían en lanzar centros que no terminaban en remates.
Fue durante ese lapso cuando Puntarenas se vio mejor, o al menos tuvo opciones más claras de abrir el marcador.
El asedio porteño fue un pellizco para los locales, que, a partir del minuto 30 subieron las revoluciones. Y fue precisamente por el costado izquierdo donde Cartaginés terminó clavando la daga, cuando más duele, en la recta final del primer tiempo.
Por ahí volvió a encontrar el trillo Paolo Jiménez y provocó una falta de penal que Castillo convirtió en gol.
Para el arranque de la segunda parte regresaron las brumas. No solo las que tradicionalmente inundan el Fello Meza, sino también las del futbol espeso en el mediocampo.
Aunque esta vez fue Puntarenas quien encontró más rápido la clave para desenredar aquel mar de piernas en el mediocampo. Los naranjas se adueñaron de la pelota, abrieron las bandas y comenzaron a lanzar centros que pusieron de cara al gol a sus atacantes.
Al menos en tres ocasiones –dos de ellas en piernas de Johan Venegas y otra más en la cabeza de Diego Brenes– Puntarenas dejó ir el empate, e hizo ver muy mal a un cuadro brumoso que, encerrado en su área, tuvo que recurrir a los pelotazos en busca de espacios a la espalda de la zaga porteña.
Y lo encontró, primero con Randall Chiqui Brenes y después con Hansell Arauz y Mauricio Castillo, pero esos tres chizpazos –controlados finalmente por la zaga porteña– solo le alcanzaron al líder para respirar un poco en medio de la presión que, para su fortuna, no se convirtió en empate.
Al final, el propio Javier Delgado reconoció que aquel no había sido el mejor partido de su equipo, pero les deparó tres puntos que no le caen mal a nadie.