Para Alajuelense no es nada nuevo la algarabía que despierta un clásico en el estadio Ricardo Saprissa. También sabe que esa pasión se puede voltear en contra del local si esa exigente afición morada se carga de dudas.
Esa será la primera misión manuda: no dejar que la Cueva se vuelva en un factor de influjo para los jugadores saprisistas.
Manejar el juego para que afloren los fantasmas y el dolor de cuatro años sin campeonatos.
Óscar Ramírez sabe tanto de esto que bien podría escribir uno o dos libros, y ha hablado mucho al respecto durante esta semana.
“Hay una carga ahí (cuatro años sin títulos) que todo mundo quiere pasarla y van a estar al cien por cien. Puede ser a favor verdad, en algún momento, puede ser en contra (de Saprissa) también”, dijo el timonel manudo el martes.
Ramírez intentó controlar a la Cueva en la pasada semifinal y casi lo logra. Alajuelense controlaba el partido, pero cuando se expulsó Allen Guevara el estadio se volcó totalmente en apoyo para los locales. Con ese soporte la S arrasó, aunque solo pudo marcar un gol y luego quedó eliminada en el partido de vuelta, en el Morera.
Por ese conocimiento es que por varios años Óscar se mantuvo invicto cuando su Liga jugaba en Tibás: de sus primeros cinco clásicos de visita Machillo ganó dos y empató tres. Mas lleva dos derrotas en partidos ante Rónald González.
Calmar las aguas. Hay formas de bajarle el volumen a la afición. La principal es evitar corridas por la banda o las acciones de peligro que tanto emocionan a los parciales.
También, y es algo que sabe hacer muy bien esta Liga, bajándole las revoluciones al juego.
Óscar sabe que por más adecuado que sea su cálculo, un buen plan se puede caer fácilmente ante un Saprissa impulsado por la afición.
Así que la Cueva será el primer rival a vencer. Probablemente, más complicado que el Rosabal Cordero, patio donde esta Liga ya conquistó dos títulos como visitante.
Es un patio donde Ramírez conquistó muchas glorias como jugador, con distintas camisetas. Él fue fundamental en el único equipo rojinegro que se consagró campeón en el Ricardo Saprissa, allá en el campeonato de 1991.