Algunos dirigentes y muchos aficionados se ensañan contra los técnicos que consideran defensivos y proclaman la vuelta del fútbol ofensivo. ¡Sin pendejadas! Y entonces han puesto en el libro de los “no gratos” a quienes suelen poner dos volantes de marca, a veces una línea de cinco defensores, y casi siempre un solo delantero en punta. Despectivamente los han rebajado a la categoría de choferes de autobús, porque les reclaman vivir con la “cazadora” atravesada en el marco.
Nada más falso y desapegado a la modernidad. Hoy no se gana sin orden, es imposible el éxito sin una estructura defensiva sólida, aun para el Barcelona, pues ese montón de virtuosos con la pelota no ganarían nada sin la vocación para ir por el balón en pandilla cada vez que el rival se los quita.
No es que el “10” se haya extinguido. El que desapareció fue el “10” vagabundo, que vivía de sus gambetas, de “las perritas” al rival, de los buenos pases entre líneas, pero todo un holgazán en la tarea de pelear la pelota. “Que corran los que no juegan”, solían decir con aires de estrella y el uniforme impecablemente limpio.
También están en extinción los delanteros anidados en el área y que se sentaban a esperar, si era necesario 90 minutos, una bola que les cayera del cielo. Hoy hay que salir a cazarla, ayudar con las tareas defensivas, abrir el camino para que otros tengan acceso al gol. Además de pivotear y anotar.
Puede usar la “10” cualquier volante que tenga buen manejo, sin ser un superdotado, pero con vocación de guardián y espíritu de sacrificio. Le toca ser cobrador del peaje y ordenar el tránsito de la pelota. Un “atiempador” del juego, pero proveedor de todos los que danzan por delante. Se puede jugar sin un tanque enclavado frente al marco. Un artillero rápido en el contragolpe, dos volantes que incursionen por los lados y dos laterales ofensivos, son más peligrosos que un centro delantero petrificado en las barbas del portero.
El chiste sería tenerla casi siempre, pero como es imposible para la mayoría de equipos, hay que aprovechar al máximo la pelota para el ataque rápido, el contragolpe, el desdoble de los defensas, la presencia de los volantes en el área enemiga. Por encima de todo eso, más importante es cuidarla entre todos e impedir que se convierta en un arma cuando son los contrarios quienes la tienen.