Creía también que ciertos políticos eran las personas más duchas en aprovecharse de la amistad para escalar posiciones claves; ascender gracias al favor de los “amigotes” más que por la vía de logros personales. Tantos casos de este tipo que había observado a lo largo de mi vida en instituciones autónomas me llevaban a pensar así. Pero estaba equivocado.
Que me perdonen los políticos porque los señalaba como el único mal ejemplo a seguir en el trillado vicio de hacer berrinche ante los cuestionamientos. Sí, amigos fieles de los aplausos, vítores y loas, pero enemigos a muerte de las críticas, señalamientos, juicios desfavorables y calificaciones en rojo. Tantos casos de este tipo que había observado a lo largo de mi vida en la Casa Presidencial me llevaban a pensar así. Pero estaba equivocado. Definitivamente se me iba la mano en contra de los políticos, pues en mi opinión eran insuperables a la hora de reaccionar con indiferencia y arrogancia ante el descontento popular. Me refiero a aquellos que ignoran al pueblo, le niegan explicaciones o se refieren a él con términos peyorativos luego de que han suplicado su apoyo y gozado de sus favores. Tantos casos de este tipo que había observado a lo largo de mi vida en las campañas electorales me llevaban a pensar así. Pero estaba equivocado.
Mi juicio era aún más duro cuando de rodearse de aduladores se trataba. No me temblaba el dedo índice para señalar a ciertos políticos como los más grandes adictos a hacerse acompañar de asesores dispuestos a endulzarles los oídos con palabrería. A estos personajes se refirió el político italiano Nicolás Maquiavelo como una “peste” en su libro El Príncipe . Tantos casos de este tipo que había observado a lo largo de mi vida en las altas esferas del poder me llevaban a pensar así. Pero estaba equivocado.
¿Qué decir de la terquedad de aferrarse a un puesto aún cuando los resultados demuestran que lo más digno y honesto es retirarse? En este caso también fui muy duro con los políticos. Tantos casos de este tipo que había observado a lo largo de mi vida en distintos ministerios me llevaban a pensar así. Pero estaba equivocado. Sí, estaba equivocado juzgando sin piedad a los políticos cuando en el fútbol también hay gente que actúa así.