¿Quién es el responsable?

El cuento no acaba ahí. Los delanteros sientan a los jugadores de la banca en el banquillo de los acusados, por no marcar diferencia cuando entran de cambio. Los jugadores de la banca ponen en la mira al preparador físico, por heredarles una condición física deficitaria. El preparador físico le pasa la papa caliente al aguatero, por no realizar bien la tarea de hidratación. El aguatero patea la bola en dirección al conserje, por extraviar continuamente las llaves de la bodega de las bebidas hidratantes. El conserje enfila las baterías contra el gerente deportivo, por recortarle el presupuesto continuamente.

¿Termina aquí la historia? Pues no... El director técnico acusa a su asistente técnico, por serrucharle el piso; este inculpa al árbitro central, por no haber visto la clara posición prohibida; este le echa los muertos a los guardalíneas, por no saber interpretar la regla 11; estos se lavan las manos a costa del cuarto árbitro, por estar más pendiente de lucirse que de las incidencias del juego.

Aún hay mucha tela por cortar: el cuarto árbitro despotrica contra la Comisión de Arbitraje, por reducir considerablemente las capacitaciones. La Comisión de Arbitraje la emprende contra la Unafut, por el apretado calendario del torneo de verano. La Unafut echa sal en la herida de la Federación Costarricense de Fútbol, por su corta visión estratégica. La Federación Costarricense de Fútbol critica a la FIFA, por su defensa de los intereses de las potencias futbolísticas del planeta. La FIFA aduce que el problema radica en la miopía de los presidentes de los clubes del país, por velar más por los intereses de sus equipos que por el desarrollo del balompié en el ámbito nacional. Los presidentes de los clubes responsabilizan al portero, este a los defensas, estos a los mediocampistas, estos a los delanteros, estos a los jugadores de la banca...

¡A veces el fútbol se me parece tanto al país!