¿Quién dice que el “13” es de mala suerte? ¿Tan solo porque así lo sugiere la mitología escandinava? Tonterías. ¿Qué culpa tiene el “13” de que 12 deidades hayan descolado de su fiesta a Loki, dios del mal y espíritu de la muerte? ¿Acaso esperaban que aquello terminara con un brindis de San Valentín, cuando semejante excluido llegó por su cuenta donde no estaba invitado?
Bendito 13: la posición de Costa Rica en el ranquin FIFA –la mejor en su historia–; el número del primer jugador tico en el Real Madrid –por más que hoy esté en banca–; la cantidad de partidos consecutivos sin derrota, si la Sele saca la tarea en casa ante Paraguay en marzo próximo; la cantidad de equipos que por dicha no tenemos en la Primera División tica –con 12 basta y sobra; sin duda sobra, aunque a más de uno se le ocurra lo contrario–.
Ya sé que no hay piso 13 en más de un edificio, que Judas es considerado por algunos supersticiosos el número 13 de la Última Cena, que un martes si además es 13 le da miedo a más de uno; su fobia hasta ha sido bautizada con un impronunciable nombre (impronunciable no por escabrosa, sino porque parece un trabalenguas): Trezidavomartiofobia. ¿Y qué?
Nuestra decimotercera posición a nivel mundial es para enmarcar. No muchas veces estaremos por encima de selecciones como Inglaterra..., ni siquiera digo México o Estados Unidos, acostumbradas a marcarnos el camino a seguir.
¿Sirve de algo? De momento para el ego –que no es poca cosa –, para responder “Costa Rica” con orgullo ante el “¿where do you from?”, para acordarse del Mundial, en gran parte culpable de esa medallita que el futbol tico anda colgada en el pecho para arriba y abajo, donde quiera que va.
No vamos muy lejos, por cierto, porque el 13 del ranquin aún no depara mejores fogueos, de esos que soñamos contra los vecinos del mismo listado. ¿Mala suerte? No creo; una fórmula matemática no convierte a Costa Rica por arte de magia en potencia mundial. Tampoco prepara a nuestros dirigentes de la noche a la mañana para sacarle provecho. Ojalá lo consigan pronto. Las mismas sumas y multiplicaciones que hoy nos tienen en la cima nos harán descender a partir de setiembre –según este mortal –, cuando los puntos del Mundial pierdan un poco su valor, como suele hacer el escalafón con aquellos resultados con más de un año de antigüedad. ¿Mala suerte? No.
Por ahora el 13 me gusta, aunque el campeonato nacional no corresponda a ese puesto: un equipo sin agua para bañarse; uno de los más completos goleadores que he visto en nuestro fútbol diciendo –con unos kilos de más – que “no hay jugadores flacos ni gordos, sino buenos y malos”; un equipo que pierde un juego por facturas pendientes... ¡Por los dioses escandinavos! El 13 no tiene la culpa.