En honor a la verdad, no solo el hombre gol explora sus aptitudes en el mundo del canto, la pintura y el ballet —entre otras manifestaciones artísticas—; lo hacen también todos los jugadores, pues el presidente del club está convencido de que para tener éxito en el deporte hay que pensar de manera diferente, lo cual implica confrontar a los jugadores con sus temores en la cancha y en los escenarios.
Tal es la filosofía que aplica desde hace cinco años Daniel Kindberg, máximo dirigente del equipo de fútbol de Ostersund, una ciudad ubicada 600 kilómetros al norte de la capital sueca, Estocolmo; se trata de un conjunto que en las dos últimas temporadas ascendió desde la tercera hasta la primera división.
La idea surgió el día en que un interlocutor convenció a Kindberg acerca de que el máximo temor de los suecos no es morir, sino exponerse ante el público en un tablado con el telón abierto. A partir de entonces, todos los futbolistas en planilla están obligados —así lo estipula el contrato— a participar de manera activa en diversas actividades culturales que presentan ante la afición.
De acuerdo con esta visión, los jugadores son muy similares a los actores en el sentido de que interpretan papeles diversos, tienen que trabajar en equipo y entender a los rivales. Se parte de que el deportista que se comporte como un actor —de teatro, ballet, danza— rendirá mejor sobre la gramilla.
Uno de los futbolistas lo resume: “No se puede decir que cantando vayas a hacer mejores pases o regates, pero un jugador que adquiere más seguridad en sí mismo se transforma en mejor futbolista”.
De esta forma de pensar y actuar tan diferente me enteré hace algunos días por medio del canal de televisión de Deutsche Welle, el servicio de Radiodifusión internacional de Alemania; dicho sea de paso, la programación que más disfruto en la actualidad debido a la calidad y profesionalismo de sus documentales y noticieros sobre el acontecer mundial.
Tras conocer la experiencia del equipo de fútbol de Ostersund me pregunté qué tan dispuestos estarían los clubes de Costa Rica a asumir el reto de pensar diferente, romper la rutina, replantear a fondo esquemas y modelos de “más de lo mismo”. No se trata de copiar recetas, pero sí actitudes y visiones.