A raíz de mis columnas en torno a la intención de la Fedefútbol de hacer reformas a sus estatutos, fui convocado a una reunión. Aunque no logramos ponernos de acuerdo en lo debatido, tengo que alabar la intención de los dirigentes de no hacer oídos sordos a las críticas.
En mi experiencia logré constatar que muchos jerarcas e instituciones cuestionadas por hechos que resultaron ciertos, preferían acudir a la indiferencia, minimizando la voz del crítico “para que el reguero no se hiciera más grande”.
Este no ha sido el caso del Comité Ejecutivo. Dije, y no me puedo desdecir, que las reformas que se intentaron impulsar en enero mantenían o acrecentaban esa sensación de poca transparencia que no solo sacude al fútbol local a raíz del período presidencial anterior, sino a toda la FIFA.
Villalobos y el secretario general –Rafael Vargas–, acompañados del fiscal, la asesora legal y el jefe de prensa, insistieron en que las cosas no son así. Que, por ejemplo, cuando el estatuto dice que el Ejecutivo sugerirá ante la Asamblea el nombramiento de la auditoria externa (en caso de ser necesario), no se refiere a que los dirigentes pueden decidir si hace falta o no, sino a que no en todas las asambleas corresponde solicitarla. Mi tesis es que, así como está redactado, se presta a interpretar que si no lo consideran necesario, puede pasar mucho tiempo sin una auditoría. Ellos aseguran que en la práctica siempre existe esa pericia contable y que así seguirá siendo. Que es su afán abrir puertas a la trasparencia.
Dijo el presidente que no se reúne con ningún potencial patrocinador ni firma contratos sin testigos de por medio. Insistió en que no pretenden quitarle poder a las ligas, aunque se haya intentado agregar a los estatutos que solo en caso de que el Comité lo delegue podrán aquellas organizar y comercializar sus torneos. Recordó que, aunque actualmente no lo diga la letra, en la práctica es así, pues el Ejecutivo es el que representa a la FIFA y los derechos que emanan de ella.
Aceptó en que no es saludable incorporar como reforma que los fiscales puedan aspirar a un puesto en el Comité Ejecutivo, si no han renunciado al menos unos seis meses antes. Si se vuelve a discutir, dijo que ese punto sería revisado, pues aunque ya se ha dado que un fiscal pase de su silla a la del Comité, no lo considera bueno al ejercicio trasparente de la fiscalización.
Ellos se quedaron con la sensación de que soy un terco. Yo, con la idea de que aun cuando las intenciones sean buenas, la ambigüedad o redacción poco clara puede dejar abiertos los portillos para interpretaciones y prácticas no deseables.
El jerarca juró que no es su ánimo utilizar el fútbol para su beneficio y que las puertas y ventanas de su vida y las de la Fedefútbol están abiertas al escrutinio. Esa es una buena señal.