Como si quisiera emular a la fase de clasificación, la cuadrangular del Verano transcurre cargada de emociones fuertes y el augurio de que todo se definirá en la última fecha.
Esta declaración de intenciones es lo único claro al cabo de tres jornadas, en donde Herediano y Santos comparten la cima –5 unidades–, Limón acecha –con 3– y Saprissa sigue en liza –2– más allá de los sobresaltos.
La clase del Santos que contrasta con el bajo perfil de su técnico, el malsano victimismo del Herediano, la irregularidad de Limón, el bajón de Saprissa y la impericia arbitral han marcado los primeros tres actos.
Los pupilos de Johnny son los que mejor juegan y lo hacen a partir de un principio simple, de escuela holandesa, que denota la filosofía y formación de su DT: posesión de pelota, manejo con desequilibrio y combinaciones.
Con más punch sería líder sobrado, si tomamos en cuenta que debió hacerle seis a Limón por llegadas y dominio del partido, y por lo menos dos más a Saprissa para quebrar ese mentiroso 2-2 que habla de una paridad que no fue.
Herediano está vivo a partir del segundo tiempo en Tibás, esplendoroso y dominante, un feliz reencuentro con su línea histórica de equipo grande que basó sus conquistas en el gusto por el juego.
Lo ratificó en el Juan Gobán cuando batió por primera vez en la campaña a Limón en su casa, con la vieja y probada fórmula florense de toque, juego profundo e individuales desequilibrantes, como Elías.
Pero a este equipo a veces lo traiciona el temperamento, quizá por influencia de su técnico, que pasa muy pendiente de los errores arbitrales para justificar derrotas o empates, cuando lo justo sería que reprendiera a sus propios futbolistas por dilapidar goles que cuestan partidos.
Herediano debe entender que los árbitros se equivocan por igual, que hoy perjudican y mañana benefician, como lo experimentó el miércoles, cuando no le sancionaron un penal en contra por falta clara de William Quirós al limonense Espinoza.
Limón perdió el paso, pero tiene la cima a tiro de piedra si se exorciza de sus propios demonios en Tibás este domingo y demuestra que puede desplegar su caudal afuera, con la misma efectividad que en el Juan Gobán.
Lo de Saprissa es impensado en un equipo que suele arrollar en estas instancias, una experiencia frecuente en su historial, que esta vez parece no cuajar por gruesos errores en defensa como la triste noche de Dave Myrie ante Herediano.
Pero se redimió con cierres de partido en donde salvó un par de puntos vitales que lo mantienen en la lucha junto al resto, espoleado por la ventaja lógica que supone tener final asegurada si no termina primero en la cuadrangular.