Martes 14 de junio: Islandia 1–Portugal 1. Estadio Geoffroy-Guichard.
Poco sabíamos de vos, Islandia. De seguro que algunos datos sobre tu geografía, geología e historia nos enseñaron en la escuela y el colegio, pero ¿quién los tenía presentes? Honestamente, cuando nos pedían mencionar los nombres de algunos países rara vez alguien pronunciaba el tuyo. Sin embargo, aquel partido ante Portugal en la Eurocopa empezó a derretir la nieve del olvido; sí, porque muchos dábamos por un hecho que el equipo comandado por Cristiano Ronaldo iba a obtener una victoria sin complicaciones, mas no fue así. Entonces empezamos a mencionarte, aunque tímidamente.
Sábado 18 de junio: Islandia 1– Hungría 1. Velodrome.
El empate ante los húngaros te daba esperanzas, Islandia, de clasificar a la siguiente ronda de la Eurocopa; una sorpresa porque no figurabas entre los favoritos. Este resultado nos hizo desempolvar el atlas para buscarte en el mapa y recordar que sos un territorio insular del Atlántico Norte, mucho más cercano a Groenlandia que a Europa, con una superficie de 103.125 kilómetros cuadrados y una población de 331.811 personas.
Miércoles 22 de junio: Islandia 2 –Austria 1. Saint-Denis.
¡Caramba! A seguir investigando y enterarnos que el clima de tus costas es subpolar oceánico, que la costa sur es más cálida, húmeda y ventosa que la del norte, que las nevadas se presentan más en el norte que en el sur y que la zona más fría la integran las tierras altas del interior. ¡Con razón nos dejaste fríos con ese marcador!
Lunes 27 de junio: Islandia 2 – Inglaterra 1. Allianz Rivera.
Nos recordaste el papel de Costa Rica en el Mundial de Brasil 2014. Le ganaste —¡y eliminaste!— nada menos que a un excampeón mundial, a la selección del país donde nació el fútbol. ¡Equipo explosivo! Por algo te representa a vos que tenés alrededor de 200 volcanes posglaciales, de los cuales unos 30 han hecho erupción desde que fuiste fundada en el siglo IX.
Domingo 3 de julio: Islandia 2 – Francia 5. Saint-Denis.
El mundo estaba con vos en ese partido. De la noche a la mañana todos nos convertimos en vikingos, todos nos sentíamos una especie de Gardar Svavarsson, el primer vikingo noruego que te divisó mientras navegaba. Ahora aplaudimos como en tu despedida: palmeando hacia arriba. Gracias, Islandia, por la alegría que nos regalaste.