Hay un debate nacional en torno a las verdaderas obligaciones de la Sele en esta Copa Oro, como si fuese pecado aspirar a ganarla y, al mismo tiempo, mantener el paso para ir al Mundial.
Los objetivos no son excluyentes como erróneamente piensa un sector que teme alzar por primera vez el esquivo trofeo de Concacaf, pero caerse en picada después y perderse Rusia 2018.
Discúlpenme, pero con el equipo que llevamos, en donde solo faltan Keylor, Celso, Waston y Bolaños –estos dos últimos por lesión– ganar la Copa parece una obligación.
Pienso que el temor general obedece a que hay consenso en que el equipo no anda bien, entonces, puestos a escoger entre dos posibles premios, la mayoría opta por el Mundial por ser más importante.
Propongo variar el enfoque y adoptar lo que llamaría un “término medio”, es decir, jugar la mejor Copa Oro de la historia, avalados por la calidad de nómina, ganarla, poner el equipo a punto y retomar la eliminatoria en plan grande para rematar en Rusia.
El técnico es libre de hacer los experimentos que desee, pero está claro que la prioridad es que los tres del fondo retomen el nivel de los viejos días, cuando eran impasables por arriba y por abajo, y desde allí enhebraban la primera jugada que terminaba en gol.
La Copa tiene que ser el escenario en donde Gamboa y Oviedo se reencuentren con su mejor versión, esa en donde cargaban por el andarivel derecho e izquierdo, daban profundidad al equipo, proponían y ganaban el uno contra uno, y centraban para el gol.
Hay tareas para otros futbolistas. Yeltsin, por ejemplo, tiene que volver a ser aquel “cocodrilo” que deslumbró a los analistas en el Mundial, el que cortaba todo, descargaba sobre el compañero mejor ubicado y nunca perdía la posición.
Uno que la debe es Venegas, venido a menos en este bajón colectivo, enemistado con aquel punta o mediapunta que se ofrecía siempre para recibir el pase, tirar diagonales camino al área y embocarla en la red casi sin entrar en calor.
Joel tiene que volver a ser Campbell, la magia hecha futbolista, el toque que desconcierta, el factor desequilibrante de tres cuartos de cancha para arriba, dando pases como aquel a Ureña ante Uruguay en Brasil, o quebrando defensores con sus amagues.
Mi hipótesis es que este equipo puede ponerse a punto, ganar la Copa Oro, retomar la eliminatoria con buen paso y enfilarse directo al Mundial, todo en combo. Con confianza y sin miedo.