El propósito de enmienda en Cartaginés duró nueve fechas hasta que Belén y Santos lo lanzaron por el despeñadero y reflotaron los viejos espectros que se creían superados.
Cuando Cartaguito se instalaba en el diccionario azul como un término en desuso, emergieron los fantasmas en cadena para carcomer el sueño e hipotecar la credibilidad. Hay problemas en varios frentes que se impone corregir ahora que hay tiempo, para que esto no se desboque en la pesadilla de cada temporada que provoca hartazgo y pena.
Me refiero a un técnico soberbio, sin autocrítica y que, por ejemplo, redujo el papelón ante Belén a un “hecho circunstancial”, y no, como debiera, a la debilidad de su planteo.
Tenía la impresión de que Jeaustin preparaba los partidos con escrúpulo, cuidando cada detalle, pero, después de observar la pobreza de argumentos tácticos, me asalta la duda.
Me pregunto: ¿fue a ver el Belén 2 Saprissa 2, en el Rosabal Cordero, un partido en donde los heredianos pudieron hacerle seis goles al líder de no ser por Danny Carvajal? ¿O se tomó la molestia de darse una vuelta por el Morera Soto, el 31 de agosto, en el Carmelita 0 Santos 2, cuando el Pato Rodríguez y Raymond Salas patentaron a punta de talento y desequilibrio el brillante momento de los caribeños?
La presentación en el Ebal Rodríguez fue patética. Se jugó a nada, con desgano, defendiéndose mal y atacando peor, con insistencia en hombres como Vigneri, un tipo que juega a nada, que se permite el lujo de tocar cinco bolas por partido a 30 metros del arco y que anotó un gol en Liberia porque la pelota quedó picando en la línea de cal.
Claro, no todo es culpa de Campos. Cartaginés no tiene arqueros. Viendo jugar a Facundo, el argentino, se entiende por qué dudó tanto en sentar a Gómez. Es igual de limitado. ¿Por qué no les brinda una oportunidad a los jóvenes, Rivas o Chaves Serrano? Igual se equivocarán, pero, al menos, son prospectos, tienen sueños y, quién sabe, a lo mejor se adueñan del arco porque, sinceramente, ¿para qué esperar más a Alejandro?
En el Alto Rendimiento hay un “10” de clase y en enero recontrataron y cedieron a un equipo de la Liga de Ascenso a otro de gran proyección. ¿Cuál es el miedo de alinearlos? Y la suplencia del Chiqui no se entiende. Ya purgó el castigo por el madrazo en aquel partido en donde salió de cambio. Y aun en su peor nivel, Rándall está a un año luz de Vigneri.
Queda el tema de la apatía de varios futbolistas por el aparente retraso en el pago salarial. Ese no es el camino. No le paguen así a la gente que llena el estadio. No vuelvan a ser Cartaguito.