Ya con el boleto en la mano para Rusia 2018, empieza el gran debate: ¿A qué vamos al Mundial? ¿A repetir lo de Brasil 2014? ¿Obligados a superarlo? ¿O todo lo que no sea parecido a aquella gesta será un fracaso?
Y, por supuesto, esas inquietudes implican otro cuestionamiento: ¿Es Óscar Ramírez el hombre indicado para emular al menos aquella gesta? ¿Demostró en la eliminatoria lo suficiente como para montarlo al avión, o hay que hacerle lo de don Marvin Rodríguez, que hoy descansa en paz, en la ruta a Italia 90?
Cualquier respuesta que dé será blanco de ataques. Iluso o irresponsable, si digo que vamos con la muerte a cuestas, a matar gigantes y a extender el camino hasta los cuartos de final. Conformista, mediocre y todos los sinónimos que se le ocurran, si opino que no es posible repetir la hazaña.
Si avalo a Ramírez soy Macho lovers , y amante del fútbol defensivo. Si pido a otro, peco de ingrato, clasista y desmemoriado, porque el estilo de Óscar es el más parecido al de Pinto. En este mundo de redes sociales, con cuatro millones de técnicos opinando, cualquiera se expone al menos a una buena madreada. Pero ni modo: Óscar es el hombre. Lo he dicho varias veces, aun cuando los vientos no soplaban en la mejor dirección para la Sele . En el proceso lidió con lesiones de importantes figuras de Brasil y con el bajo nivel de otras, por diversas razones y, aun así, pasó el examen con buena nota.
¿Quiere decir que vamos para cuartos o semifinal del próximo Mundial? ¡Humm! Eso es otra cosa. Espero de Óscar y sus muchachos un equipo serio, que no haga papelones como el de Alemania 2016 y que aspire a lo máximo. No sé si podrá pasar a una tercera ronda, pero siendo realista –no conformista– creo al menos en el pase a octavos.
Para quien diga que eso es poco y un acto de conformismo y mediocridad, le pido que sueñe y teja ilusiones al más alto nivel. El mundo es de los soñadores. Pero, responsablemente, a mí me toca dejar el corazón en la banca y opinar con la razón: No somos el octavo equipo del Mundo y estamos lejos de serlo.
Ese puesto histórico fue uno de esos sueños que la vida nos regaló, pero no corresponde al nivel de un fútbol donde a veces no es posible jugar de noche, por falta de iluminación, o muchas canchas son un potrero con gradas. Dependemos de un reducido número de futbolistas con jerarquía para ponerse la camisa nacional y hay puestos donde hasta los grandes equipos llevan años buscando un titular.
Los milagros ocurren, pero no suelen ser reincidentes. Por eso, no creo que con Óscar Ramírez u otro técnico estemos en condiciones de repetir lo de Brasil. Ojalá y la diosa fortuna del fútbol me dé una bofetada. Me encantaría revivir aquellas épicas tardes de alegría y orgullo desbocado. Pero si no lo logramos, estoy seguro que no será por culpa del Macho.