El mejor clásico del fútbol costarricense, el que más recordaré y celebraré, el que hará que ame aún más ese maravilloso deporte llamado fútbol y me devolvió la esperanza en el Fair Play , la solidaridad y el sentido de humanidad en medio de la competencia… no se jugó.
Así como lo lee: en este partido, el que más emociones y pasiones despierta en el campeonato nacional, no se abrieron las puertas del estadio, no arribaron el equipo de casa ni la escuadra visitante, tampoco se presentaron los árbitros, mucho menos los utileros y aguateros, reporteros, fotógrafos, locutores y los comentaristas.
En las afueras del coliseo nadie vendía gorros, viseras, sombreros, camisetas, banderas, afiches, bufandas, llaveros, botellas y otros productos rojinegros o morados. Igual sucedió con el comercio de patí, chuzos de carne, papas y plátanos tostados, pasteles de carne, empanadas de picadillo de papa, cerveza y la reventa de entradas.
La Fuerza Pública suspendió el operativo que tenía previsto, los cruzrojistas permanecieron en su base, la “seguridad” privada tuvo el día libre, los autobuses no se abarrotaron, los cuidacarrros se quedaron sin su agosto, los oficiales de tránsito fueron reasignados a otros lugares.
En los televisores de las casas apareció Al Pacino en vez de José Salvatierra; Morgan Freeman, en lugar de Adolfo Machado; Ricardo Darín en sustitución de Pablo Gabas, y Colin Firth ante la ausencia de Daniel Colindres.
Lo mismo en las radios: Oscar de León reemplazó a Patrick Pemberton; Joaquín Sabina cantó en sustitución de Marvin Angulo; Benny Moré acalló a Mario McGregor, en tanto que Ray Charles se escuchó en vez de Harry McLean.
Sí, el mejor clásico que he visto en mi vida no se jugó. Nadie gritó ¡gol! Nadie protestó por una tarjeta roja. Nadie ofendió a la madre de algún rival. Nadie se fue a los golpes. Nadie fingió un penal. Nadie hizo teatro. No hubo choques entre barras.
En efecto, me refiero al partido que la Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa iban a jugar el domingo pasado a las 4 p. m. en el Estadio Alejandro Morera Soto. Juego que se suspendió por acuerdo de los presidentes de ambos clubes, Raúl Pinto y Juan Carlos Rojas, quienes dejaron al clásico fuera de juego para honrar la memoria de Gabriel Badilla, el Gladiador saprissista.
Sin duda, el mejor clásico de todos los tiempos.