24 de setiembre, 2014. Herediano derrota al León de México 2 a 1, y se está clasificando para los cuartos de final de la Concacaf Liga de Campeones. El Team retiene el balón cerca de los banderines de tiro de esquina, ganándose segundos valiosos, y es entonces cuando el azteca Elías Hernández pierde el control y asesta patada criminal contra Yendrick Ruiz.
José Sánchez se enoja, sale en defensa de su goleador y arremete contra el foráneo. Ambos terminan expulsados.
11 de agosto, 2016. La UCR saca un puntito de oro en el Eladio Rosabal, donde se dan cuatro minutos de reposición.
Tal como Ruiz, dos años antes, el académico Bryan Solórzano procura ganar tiempo cerca del banderín. Nada fuera de lo común. Lo sorprendente fue la reacción de Sánchez, ¡el mismo José de 2014!, ¡aquel que se enojó con Hernández por patear a Ruiz! Chepillo le propina terrible puntapié a Solórzano.
No conforme con eso, se le acerca al agredido para gritarle quién sabe qué (seguramente no eran versículos bíblicos). Increíblemente, el árbitro Adrián Chinchilla le saca tarjetita amarilla. Solo le faltó premiarlo.
Antes de eso, Esteban Ramírez casi se rasga la camiseta, encolerizado contra el portero de la U , Carlos Méndez, por cometer este último la “atrocidad” de caer, aparentemente lesionado, tras chocar con Víctor Núñez.
Al 29 del Team seguro se le olvidó cuando, en la final del Verano 2016, su propio guardameta, Leo Moreira, caía cada vez que le llegaba una bola, aunque fuera una rodadita intrascendente. ¡Esas acciones son normales en el fútbol! Todos las hacen cuando les conviene.
“Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano”.
Aquella vez quien se enojó fue Hernán Rivero, “paquetazo” manudo, a quien “se le olvidó” cuántas veces cae Patrick Pemberton cuando la Liga va ganando por un gol en los cierres de partidos. Eso se llama amnesia selectiva.
Parece que algunos equipos (principalmente cuando se sienten favoritos) quieren que los rivales lleguen a jugarles abiertos, sin precauciones ni triquiñuelas, para golearlos y luego felicitarlos (por lo brutos que fueron).
En cambio, si se les encierran y complican, se incomodan y emiten quejas, como Carlos Watson y Paulo César Wanchope cuando Cartaginés les empató meritoriamente en Tibás.