El técnico neblinoso Jeaustin Campos protesta porque “resulta que a Marvin Angulo no se le puede ni tocar”. ¿Quién es “resulta”? ¿De dónde ha salido el señor “resulta”? ¿A qué persona civil corresponde “resulta”? ¿Es “resulta” siquiera un individuo, o se trata de una instancia colectiva?
Señor Campos: “resulta” es un sentir nacional. El sentir que identifica a un futbolista excepcional, bendecido por virtudes técnicas distintivas, infrecuentes. “Resulta” es un consenso, una percepción colectiva, una constatación y una celebración: tenemos —poco importa el equipo en el cual milita— un futbolista señero, el tipo de creador capaz de demostrar que el número 10 no es un anacronismo. El hombre de enganche, el driblador, el del último pase a gol, el tejido conectivo entre medio campo y delantera, el que, como el director de orquesta, determina cuál es el tempo del juego en cada momento dado, el que no se abstiene de ensayar una gambeta por miedo de perder la bola y generar un contragolpe, el de los tiros libres impensables… todo eso es Angulo. La prueba de que un equipo puede aun jugar con un 10 abocado a dibujar, sobre el lienzo del terreno, los trazos y caracoleos que transforman la cancha en algo parecido a un cuadro de Escher. También lucha, contiene y recupera balones, pero eso no es nuevo. Pelé, Rivelino, Zico, Ardiles, Maradona, Cruyff, genios de la creación, sabían también destruir. Es una relación dialéctica: en fútbol no se puede construir sin antes destruir: ¡pero destruir sin malevolencia! Costa Rica está en la obligación de cuidar a sus jugadores técnicos. ¿Quieren juego bonito, siquiera eficaz? Pues entonces no masacren a los pocos jugadores que son capaces de prodigarlo. Rummenigge, Van Basten, Zico, Ballack… sus carreras se vieron todas tronchadas por el fútbol artero. Majestuosas secuoyas taladas por zafios leñadores… y por esos técnicos que no solo permitieron, sino que comandaron la tala general de todo árbol que se erigiera sobre las misérrimas copitas de su plantel.
Así que ya sabe usted, señor Campos, quién es “resulta”. Somos muchos, muchísimos, y pertenecemos a las aficiones de todos los equipos del país, en suma, a la enorme, anónima armada de quienes todavía creemos en el fútbol bello y eficaz.