En la final de la Conferencia del Oeste en 2000, el técnico de los Trail Blazers, Mike Dunleavy, fue abucheado por ordenar la táctica “Hack-a-Shaq” contra Shaquille O’Neal, que consistía en turnar a sus postes para cometerle faltas al pívot de los Lakers, de paupérrimo porcentaje desde la línea de tiros libres.
En el primer partido, O’Neal tuvo que lanzar 24 tiros libres solo en los últimos cinco minutos y medio, lo cual hizo eterno el final del encuentro. Abucheado por la afición y criticado por la prensa, Dunleavy respondió que no dejaría de jugar como le favoreciera a su equipo “solo porque la gente haga reservaciones para cenar y llegue tarde”. Insolente, pero pragmático.
La serie siguió con la misma tónica. ¿Qué hizo Shaq? No se echó a llorar. No se retiró del baloncesto, un deporte de contacto, para dedicarse a la práctica de solos de ballet . Por el contrario, apretó los dientes, puso primera y aplastó el acelerador a fondo para embestir casi con brutalidad hacia la canasta, de manera que pudiera anotar, le cometieran o no falta. Así, los Lakers doblegaron a Portland y en la final de la NBA a los Pacers de Indiana para hacerse con su primero de tres títulos al hilo... Con O’Neal como MVP.
En el fútbol, Lionel Messi, que no es precisamente un gigante como Shaquille, soporta con estoicismo las faltas, porque comprende bien que no existe un reglamento especial a favor de los habilidosos. La falta leve se sanciona con tiro libre. Punto. Si es más fuerte, cabe la amarilla. Punto. Y, si es violenta, roja. Punto. El escritor Hernán Casciari dice que “Messi es un perro” porque los perros no fingen zancadillas, no se quejan con el árbitro, ni buscan dobles tarjetas amarillas. Como su mascota de la infancia, Totín, que buscaba una esponja amarilla sin importarle nada más, dice que a Lionel, “si lo dejaran, no haría otra cosa. Llevar esa esfera blanca a los tres palos todo el tiempo, como Sísifo”.
Messi, Shaq y Bryan Ruiz saben que juegan deportes de contacto. Por eso, Bryan, en vez de sollozar, cuando llegó a Bélgica se metió al gimnasio y se nutrió bien. Aprendió a salir avante, pese al juego fuerte del que, como crack que es, soporta, y así lleva más de 100 goles en Europa, anotó dos en un mundial y es el capitán de la Selección.
Flaco favor le hacen sus propios técnicos, patronos y un sector de la prensa a jugadores talentosos como Marvin Angulo y Elías Aguilar, clamando porque les apliquen un reglamento especial (que no existe), pero que varios arbitritos locales aplican, pitándoles hasta cuando les estornudan cerca, porque los alejan no solo de las grandes ligas, sino de la Selección Nacional.
Por eso, Bryan Ruiz no tiene un sustituto natural en la Selección. Por eso, Óscar Machillo Ramírez no los convoca.