La Liga hace y deshace, intenta reconquistar a su gente, le ofrece una gradería familiar, ofertas para socios, camisetas nuevas, un partido internacional con Maturana en el banquillo rival, la imagen de Jorge Luis Pinto con la mano al pecho en el escudo rojinegro, el homenaje a Shirley Cruz, su aficionada más talentosa, la primera gramilla híbrida del país, y hasta una mascota nueva, que aunque recién estrenada, ha necesitado retoques y podría requerir alguna que otra visita a la sala de corte y confección.
Así es la Liga de hoy, un equipo trabajador, ansioso por innovar, presionado por atinar, obligado a corregir.
Contra todo pronóstico –al menos los míos– pobló una gradería del Estadio Nacional para el reciente fogueo ante el Once Caldas, un partido sin grandes fichajes qué mostrarle a la afición.
Después de siete campeonatos sin título, ahí estaban 12.000 liguistas, identificados con un equipo que en el último torneo ocupó el sétimo lugar en la cancha y el segundo en las gradas (según los registros oficiales de asistencia).
Ciertamente, en un país que durante décadas dividió el grueso de su afición en saprisssistas y liguistas, no es mayor mérito ser segundo en asistencias. Lo será en unos años, cuando los heredianos vayan sumando títulos y adeptos (sin duda, lo harán).
Por cuarto torneo consecutivo, la asistencia al Morera Soto descendió con respecto al campeonato anterior, pero sin duda, habría sido mucho peor sin las iniciativas de la actual directiva para reforzar el vínculo con la afición.
La Liga no está de brazos cruzados, es clara su estrategia para fortalecer el vínculo con la afición, aunque en materia deportiva cuesta descifrarla, como la primera boca de su nuevo león, que entre lengua y labios rojos, sumados a la miopía de quien escribe, parecía tener una pinturreada boca digna de Marilyn Monroe. Bastó, sin embargo, un simple en el color de la boca, ahora negra, para librar al felino de las críticas.
No parece tan simple con un equipo cuyas contrataciones dificultan entender la idea de Benito Floro. Se llenó de jugadores destinados al banquillo y no se extrañe si alguno de los recién contratados sale a préstamo. Así como lo lee.
El discurso tampoco parece fácil de entender. Mientras los jugadores advierten que se acabó la palabra “proceso”, Floro habla del siguiente torneo como “el eslabón previo” del equipo que pretende.
Poco a poco, se aclararán las dudas sobre una Liga laboriosa, que hace de todo por acercar a su afición. Al final, todo parece poco si no arma un equipo para pelear el título.