Las potencias globales y regionales lo son en parte porque encontraron una identidad y se aferran a ella. No son grandes por invencibles, porque ese tipo de equipos no existe, sino por su regularidad.
Alguna o varias de ellas suelen estar en semifinales de las copas Euro, América y Mundial: la cibernética alemana, el candado italiano, la garra charrúa, Argentina con su mezcla de genialidad y pundonor, el jogo bonito de Brasil (menos estético y vapuleado en 2014, cierto, pero, aún así, cuarto planetario). Y no desdeñemos a La naranja mecánica, Holanda, monarca sin corona, que desde 1974 estampó su sello propio, admirado y aplaudido.
En Concacaf siempre ganan México o Estados Unidos. Aunque en las Copa Oro son locales eternos y los errores arbitrales “curiosamente” suelen favorecerles, también es verdad que se clasifican a los mundiales en buena lid, con base en el respeto por su idiosincrasia futbolística: la dinámica colectiva de los aztecas y el orden militar de los gringos.
Cuando se encuentra un estilo ganador, ¡se atesora! Con base en la materia prima coyuntural, podría haber variantes de forma, no de fondo. El “qué dirán” es lo de menos. A Italia, tetracampeona del orbe, le salieron “cuadritos” en el abdomen de tanto reírse de los detractores del catenaccio .
Entonces, si Costa Rica ya descubrió petróleo, no una, sino dos veces (Italia 90 y Brasil 2014), ¿por qué demonios insiste en buscar otros yacimientos donde no lo hay? Cuando se defiende con cuchillo entre los dientes, cuando todos corren hasta reventarse piernas y pulmones, cuando se sabe qué hacer con el balón una vez recuperado, gracias a la mecanización de movimientos y estudio obsesivo del rival, se pueden sacar fantásticos resultados.
Por eso, de los candidatos ticos Óscar Ramírez es el idóneo para la Sele . Tiene éxitos recientes y es 100% pragmático. De romántico, ¡nada!, como Bora Milutinovic y Jorge Luis Pinto. Aunque preferiría a un foráneo triunfador, curtido y táctico, la clave es el perfil, no la nacionalidad.
Con técnicos fundamentalistas del ataque (Maturana), muy ofensivos (La Volpe), poéticos y casi suicidas (Vieira), aún siendo timoneles respetables, quedó lejos de la gloria. En cambio, la alcanzó con los maniacos del orden defensivo (1990, 2014... ¿2018?).