Lico supo mantener un buen ritmo en la carrera para detener el cronómetro en 2 horas, 54 segundos y 32 centésimas, mientras en la segunda posición de la categoría élite masculina, Deiber Esquivel, de Coopenae-Coronado, hizo un buen tiempo de 2:56:10.
En la rama femenina, Adriana Rojas lideró sin dificultades, pues detuvo el reloj en 3:35:55, superando así a Natalia Navarro, de Coopenae-Coronado, quien trabajó extra para marcar 4:03:28.
En la categoría sub 23, el equipo de BCR-Pizza Hut-KHS fue el dueño absoluto, al figurar en las tres primeras posiciones con Allan Morales (2:56:39), Erick Soto (2:57:30) y Juan Carlos Fallas (3:14:11).
Desde los primeros kilómetros los favoritos consolidaron su etiqueta. Lico y Deiber hacían el desgaste, aunque el lote –a decir verdad– sufrió igual.
El descenso estuvo más acentuado que nunca, en especial en la carretera en construcción saliendo a la Florencia. Ahí batir barro fue desafiante y los pinchonazos hicieron acto de presencia.
Más adelante, un ascenso en las inmediaciones del Proyecto Hidroeléctrico San Lorenzo provocó un cambio de planes: los ruteros se echaron las bicicleta al hombro para sortear la adversidad. Declinar seducía a cada actor, empero el espíritu competitivo se resistía a morir entre ríos y montañas.
La humedad se intensificó y fue la buena voluntad de algunos pocos lugareños la que permitió asistir –de forma celestial– a unos pedaleros desgastados.
Adriana Rojas, entretanto, rompía esquemas con la determinación de asegurar –de una vez por todas– un cetro que fabricó en las pruebas anteriores.
Rostros sudados, piernas desgastadas, bicicletas enlodadas y una atmósfera asfixiante describían al líder Lico Ramírez, quien a 20 km. de la meta luchó ante el empuje de un emprendedor Esquivel.
Nada estaba escrito. Lico adelantaba y Esquivel daba alcance, así fue hasta que a falta de cinco kilómetros Ramírez sacó ventaja virtud de su mejor capacidad en velocidad en el embalaje final.
“De todas, esta fue la etapa más dura”, exclamaba, o más bien se desahogaba un Lico consciente de que para llegar al cetro es necesario atravesar la ruta del dolor.