Chartres, Francia. Bradley Wiggins arrasó ayer en la contrarreloj de la decimonovena etapa del Tour, disputada entre Bonneval y Chartres, de 53,5 kilómetros, por lo que hoy pasará a la historia como el primer ciclista británico que resulta ganador de la prueba francesa, hecho inédito en sus 99 ediciones.
Wiggins, de 32 años, confirmó el pronóstico y cumplió su sueño al rodar sin desmayo a casi 50 kilómetros por hora. Llegará de amarillo a París tras vencer a sus rivales.
“Eres el más fuerte”, le dijo Chris Froome a su jefe de filas, compatriota y compañero de equipo Bradley Wiggins, tras haber cedido 1.16 minútos en Chartres, última prueba real del Tour de Francia.
La victoria de Wiggins, el gigante corredor de largas patillas de rockero, suavizó el debate en torno a la superioridad de Froome en la montaña, donde le tuvo que esperar en varias ocasiones. Era un Tour con 100 kilómetros contrarreloj, ideal para Wiggins. El británico, a pesar de las dudas en los puertos, ha dominado en su terreno.
Procedente del ciclismo en pista, donde ganó tres títulos olímpicos y tres mundiales, ha participado seis veces en el Tour, con un cuarto lugar en 2009, cuando empezó a evidenciar una gran transformación para el ciclismo en ruta.
El británico inició una gran temporada, colocándose en la primera plaza en la París Niza, el Tour de Romandía y el Dauphiné; algo jamás logrado por un ciclista.
Faltaba el Tour, su objetivo, su sueño. Ya en la grande boucle se vistió de amarillo en La Planche des Belles Filles, y blindó el liderato dos días después en la contrarreloj de Besançon. Los apuros en la montaña dejaron dudas, pero las despejó en la individual de Chartres.
Era su segunda victoria parcial, el paso previo a su paseo triunfal por los Campos Elíseos de París, donde mañana recibirá el homenaje del resto del pelotón del Tour de Francia, después de cumplir el trámite de 120 kilómetros.