Guápiles
Tener "luna de miel", si es que en este caso se le puede llamar así, mientras se alista para competir en una carrera, es la muestra del sueño que tenía Rónald Araya para preparse de cara a la Vuelta a Costa Rica.
Pero también evidencia el esfuerzo que decidió hacer junto a su esposa, Cristina Cortés, quien nunca dudó en apoyarlo.
El actual líder del giro tico se casó el pasado 20 de setiembre, y pocos días después tuvo que alistar las maletas para disputar la Vuelta a San Carlos.
La meta se hizo más grande desde el domingo, cuando ganó la primera etapa de la edición 50, y desde entonces porta la camiseta amarilla.
Es por eso que el corredor oriundo de Grecia y quien renunció a su trabajo en el MEP para estar en carretera, supera sus expectativas, empujado por el apoyo de Cortés.
Ella tuvo mucho que ver para que Araya finalmente decidiera cumplir una meta que dejó pendiente hace algunos años. Porque apesar que a sus 29 años compite en la primera Vuelta, el ciclismo ha estado siempre de su lado.
Ese es otro aspecto que hace aún más complicada la travesía de Araya, ya que mantenerse lejos de su compañera de viaje le pone la cuesta más difícil.
Si no es Rónald el que viaja a Nueva Jersey, es Cortés quien viene a Costa Rica. Eso sucede al menos una vez cada mes y medio, o dos meses, máximo.
"Yo lo impulsé porque esto es lo que él quiere hacer. Nos hemos acomodado en función del proyecto y todo nos ha salido bien. La meta que él fijó era clara: correr este año la Vuelta. Yo trabajo, el tiene Arco (su empresa, representante de una marca deportiva), no tenemos hijos ni deudas, entonces las condiciones se prestaban para darle camino al proyecto".
A Cortes no le parece imposible que una pareja de recién casados viva de esta forma, ya que siempre ha estado ligada al deporte, aunque no de forma competitiva, por lo que no es ajena a los sacrificios que se deban hacer.