El tico, capo del Movistar Team Continental de Colombia, cumplió con el pronóstico de la primera contrarreloj de la competencia y sacudió la general con dureza, metiéndole más de un minuto a casi todos los favoritos presentes en la caravana.
El único que se escapó del golpe fue el campeón defensor Juan Carlos Rojas (JPS-Giant), quien si bien perdió el liderato logró mantenerse a una distancia de seis segundos en la clasificación.
Brenes terminó los 28,8 kilómetros del recorrido entre Ticabán y Guápiles en apenas 37 minutos y 10 segundos, Rojas llegó 27 segundos más atrás y Rodolfo Torres (Boyacá) sorprendió como el tercero más rápido del día, aunque acabó 1:29 detrás del líder.
La primera prueba de fuego sirvió además para poner fin a la especulación y acomodar de una vez por todas la general, dejando al descubierto quiénes son los que llegan con fuerzas para de verdad pelearse el título de la Vuelta.
El propio Brenes, ganador de la edición del 2008, reconoció ayer que el golpe de autoridad pesa pero sabe que todavía queda mucho por delante, incluido lo más duro de la montaña.
Sin embargo, ganar la contrarreloj también permite enviar un mensaje, pues en nueve de las 16 etapas que se han disputado bajo esta modalidad en la historia, quien ganó la contrarreloj también se coronó campeón.
Será un recorrido de 153,9 kilómetros entre Guápiles y Limón, iniciando con un circuito de cuatro vueltas esta ciudad para después salir con rumbo al mercado central de Limón, punto de meta final.
La etapa será básicamente de transición, aunque con tres metas volantes en disputa no faltarán las escapadas de los
Para mañana la historia cambia pues el pelotón se dirige a Paraíso de Cartago, etapa que incluye dos premios de montaña de segunda categoría y un ascenso máximo de 1.503 metros sobre el nivel del mar.
Esa sétima jornada apenas será el preámbulo de una de las etapas más decisivas de esta edición: la
Serán 24,5 kilómetros de puro ascenso entre Pacayas y San Juan de Chicuá, con una altitud máxima de 1.792 metros que terminará de afinar la carrera antes de que llegue el verdugo de la Vuelta: el siempre difícil ascenso al frío y empinado Cerro de la Muerte.