Guápiles A Paulo Vargas se le acabó la cuerda poco antes de la meta. El pelotón venía enfurecido detrás de sus pasos y le puso las esposas antes de coronar una fuga solitaria que ya llevaba 70 kilómetros.
Vargas, un experimentado rutero que tiene nueve victorias de etapa en Vueltas, recurrió a una frase popular para explicar cuál sentimiento lo embargaba.
“Es como un ‘alegronazo de burro’, uno viene contento con ganas de figurar y ganar, y al final no se da. Pero tengo la madurez para entender estas cosas. Salgo con la frente en alto porque lo entregué todo”, comentó el pedalista.
Vargas corre para el Bufete Guzmán y Álvarez, que participa en la Vuelta con el nombre de Coronado, gracias al patrocinio que obtuvieron de la empresa de lácteos.
Aunque no tiene planillas tan fuertes como otros clubes ticos, Coronado también busca sobresalir. Ganar una etapa sería un botín formidable; ya lograron una en la Vuelta del 2009 y otra en la Vuelta de Higuito de este año.
Uno menos. A Cuba se le están dificultando los embalajes, que en años anteriores dominaban con superioridad aplastante.
Arnold Alcolea, una de sus principales figuras, apuntó que les está haciendo falta su compañero Raúl Granjel, quien se accidentó en la primera etapa, el viernes.
Granjel permanece bajo observación en el hospital México de San José, con fracturas en varias partes del cuerpo. Las lesiones son delicadas pero no comprometen su vida.
Este corredor es uno de los especialistas que traían los antillanos para las jornadas planas. Ganó dos etapas de la Vuelta a Costa Rica, en 2006 y 2007, siempre con buena punta de velocidad en el sprint.
Los isleños no tiran la toalla. “Vamos a seguir intentando una victoria”, advirtió Alcolea.