Nadie sabe a ciencia cierta cómo fue ni en qué momento, pero lo cierto es que la Fuente de la Hispanidad se ha convertido desde hace más de 20 años en un punto de encuentro en el que confluye no solo la alegría, sino también las lágrimas, la unión y el orgullo de ser costarricenses. Al menos, eso es lo que rescata el músico e investigador de la cultura nacional Dionisio Cabal.
Según explicó, fue a finales de los años noventas e inicios del 2000 que el lugar fue "institucionalizándose" como un lugar creado por y para los ciudadanos. Si bien es cierto, en un inicio no estaba netamente relacionado con la celebración de victorias deportivas, con el pasar del tiempo se ha afianzado en el lugar ideal para celebrar la unión tica.
"En el Mundial de Italia 90, la celebración se trasladó hasta ese lugar, pero no era una gran cantidad de personas. En la actualidad, es una verdadera multitud la que llega hasta la fuente para celebrar sus raíces, sus logros, lo que nos hace sentir orgullosos de ser costarricenses, la unión de ser capaces de dar lo mejor de nosotros por un bien común", afirmó Cabal.
Para él, la Fuente de la Hispanidad fue tomando terreno en la capital con hechos relacionados con algunas luchas políticas y sociales, como la discusión del Tratado de Libre Comercio, las huelgas por justicia social, entre otros. La decisión de iniciarlas desde este punto están basadas en su accesibilidad desde distintos puntos de San José, además ser un lugar abierto y estar ubicado en una de las principales arterias viales del país.
"La mayoría de estas manifestaciones fueron iniciadas por jóvenes, en su mayoría estudiantes de la Universidad de Costa Rica, institución ubicada muy cerca de la fuente. Este lugar tenía todo lo necesario para lograr que sus opiniones fueran escuchadas, pues al detenerse allí el flujo vehicular, los medios de comunicación y el gobierno les dirigían su atención", expresó el investigador.
Por su parte, el periodista deportivo de La Nación, Rodrigo Calvo, asegura que a finales de los años ochentas ya comenzaba a ser más notoria la presencia de fanáticos del fútbol en la fuente de la Hispanidad, ya sea para celebrar el gane del campeonato local o, como sucedió en el Mundial de Italia 90, la clasificación a octavos de final.
"En esa época, las celebraciones se hacían en el Parque Central, en San José, pero este resultaba cada vez más reducido. Esto hizo que poco a poco las personas se movilizaran caminando desde allí hasta San Pedro, por ser un lugar más abierto. Recuerdo que antes de Italia 90, algunos saprisistas llegaban a la fuente para celebrar algún campeonato", aseguró el periodista.
Calvo, quien es el coautor del libro Aventura tricolor junto a Mayela Solano, considera que el punto de quiebre de este festejo fue precisamente ese Mundial, pues la hazaña merecía ser celebrada a lo largo y ancho del país.
Si en algo coinciden el comunicador y el investigador es que la fuente de la Hispanidad se ha convertido en un bien intangible de la esencia del ser costarricense, pues tras cada triunfo, el tico es capaz de abrazarse junto a desconocidos, dar consuelo al que se tiene al lado, unir sus emociones al prójimo, sin distinción de origen o clase social.
"Estas celebraciones lo que han tenido de positivo es que han logrado reavivar el cariño e interes por lo nuestro, el orgullo de ser costarricenses, además de subir una autoestima completamente golpeada. Siempre nos han puesto como paradigmas cosas externas, olvidándose que la fuerza de una nación está adentro y no fuera. Cuando suceden cosas como éstas, de celebración, la gente retoma la conciencia y la fe de que los ticos somos capaces de hacer absolutamente todo lo que nos propongamos", sentenció Cabal.