Austria's Tobias Kainz, right, fights for the ball with Panama's Jose Alvarez during a U-20 World Cup group E soccer match in Cartagena Colombia, Friday, July 29, 2011. (AP Photo/Dolores Ochoa) (Dolores Ochoa)
Aunque parezca increíble, el primer rival de la Tricolor en la eliminatoria hacia Brasil ni siquiera tiene una liga profesional que sostenga las bases de su crecimiento.
Desde siempre, el futbol panameño se ha abierto camino en el área apoyado solo en su talento, pues allá no se habla de procesos.
Esa creciente selección que por segunda vez se enfrasca en una hexagonal final, se nutre de un campeonato sin infraestructura, con jugadores que no viven del futbol y en partidos que promedian 500 aficionados por encuentro.
“Aquí la mayoría de jugadores viven de sus trabajos, no del futbol. No hay barras organizadas y aunque algunos partidos son televisados, son muy pocos los que de verdad los siguen”, aseveró el periodista local Julio Shebelut.
Por eso extrañó aquel equipo Sub-20 que en 2003 se robó un boleto al Mundial de Emiratos Árabes, por eso maravilla el crecimiento acelerado de ese vecino del sur, tradicionalmente concentrado en disciplinas como el beisbol y el boxeo.
“Aquí la liga nacional es algo raro, porque si uno va a analizar el crecimiento del futbol siempre se empieza con la liga, todo empieza con los clubes, pero en Panamá fue al revés, los clubes no tienen nada, ni identidad, ni afición, ni infraestructura... Aquí todo es la Selección”, explicó Gary Stempel, precisamente el técnico que llevó a Panamá a su primer mundial.
Acelerado. A ese primer certamen juvenil le siguieron los de 2005, 2007 y 2011, y en este último también se logró el boleto a la cita Sub-17.
Luego vino el gran hito del conjunto panameño en la historia: la final de la Copa de Oro 2005.
“Esa fue la primera vez que el Rommel Fernández se llenó y lo hizo para recibir a la selección, que se paseó por las calles de la capital en un camión de bomberos como si hubiera ganado”, recordó Shebelut por la vía telefónica.
El hecho marcó un antes y un después, pues luego llegaron el boleto a la hexagonal final camino a Alemania 2006 y el título de la Copa de Naciones de la Uncaf en 2009.
Por eso es justificado que en Panamá sueñen con meterse a la fiesta de Brasil, por eso y porque su talento le ha ganado un nombre y respeto en el área centroamericana.
Así, mientras Panamá entero palpita un juego que de seguro paralizará el país el próximo miércoles, cuatro días después volverá el futbol a las canchas locales, solo que muy pocos se darán cuenta.