São Paulo, Brasil. El país del fútbol hoy ya no lo es tanto, pero no por fracasos deportivos; sino, porque cuando Brasil más necesitaba de ese glorioso cartel que siempre portó con orgullo, los problemas de un pueblo pudieron más. O por lo menos lo suficiente para intentar decirle al planeta que mientras hay Mundial, las dificultades no cesan.
Una encuesta que se publicó recientemente en el diario O Estado de São Paulo , realizada por el Instituto Ibope en febrero, determinó que “apenas” el 58% de los consultados estaba a favor de la organización y ejecución de la Copa. Números bajísimos para el país de Pelé, Zico, Ronaldo, Ronaldinho...
Mientras tanto, 38% estaban en contra, aduciendo que no es el momento ideal para este torneo. Números altísimos para el pentacampeón del mundo. Finalmente, 4% no sabían o no opinaron.
Lo que pasa es que la situación seguramente empeoró, puesto que las manifestaciones a lo largo de las 12 sedes del torneo son más multitudinarias y frecuentes, según el periodista Ciro Campos, precisamente de O Estado de SãoPaulo .
“El Gobierno ha tratado de mitigar las críticas, pero las manifestaciones ahora son casi semanales y cuestiona la exagerada inversión de la Copa en una coyuntura en la que hay necesidades sociales, educativas y de salubridad. El gran lema es: “No van a tener Copa”.
Historia. Campos contó que todo comenzó durante la Copa Confederaciones del año pasado. Aquella vez los habitantes de São Paulo reclamaron por el aumento del pasaje de transporte público, cuando en el 2007 se prometieron obras y no gastos adicionales. Otros sectores siguieron el camino hasta que llegó un momento en que ya no había claridad en los reclamos.
Inclusive, los operadores del metro aprovecharon para el miércoles y jueves hacer una huelga que causó tremendo caos en la red de transporte brasileña.
“Con la exposición que da el Mundial, todos quieren que se les dé visibilidad a sus reclamos; más tomando en cuenta que hay elecciones en octubre y la presidenta Dilma Rousseff deberá analizarlos, si no quiere una repercusión en sus posibilidades de repetir”, adujo el comunicador.
Nada de eso hace perder el sueño a FIFA, que minimiza el peso de las protestas.
Sobre el tema se intentó consultar a tres ministros brasileños, pero ninguno respondió las llamadas ni los correos. Ellos fueron los de Justicia, Transportes y Turismo.
Ayer, en las afueras del estadio Arena Corinthians de SãoPaulo, se consultó a varios aficionados brasileños sobre su postura.
Virginia Cubas expresó que el incremento del costo debido a los graves retrasos en las obras, principalmente los estadios, es lo que causa más molestia, ya que ese dinero podría haberse invertido en el pueblo.
No obstante, Sidney Neves consideró que el Mundial no tiene nada que ver con las dificultades de su nación.
“Los problemas estuvieron aquí desde antes que se supiera que Brasil iba a ser anfitrión. Están desde hace mucho tiempo y nunca se han ido”, expresó.